CUADRO SUPERIOR IZQUIERDO:
El pescador junto con su barca y la red, las cuales simbolizan la Iglesia y la misión que Jesús confía a sus discípulos de anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios. El pescador con sus redes es una significativa reseña de la identidad de un obispo con la vida de Jesús. Esta imagen representa la grandeza de la fe que conlleva a remar mar adentro, superando las adversidades de la corriente, pese a las tempestades. Extendiendo la red en el inmenso mar, actualiza el mismo desafío que asumieron los Doce Apóstoles. De esta manera se dimensiona el compromiso de anunciar el Evangelio en el extenso territorio de esta Iglesia particular, con sus valores trascendentales de amor, justicia y paz en medio del pueblo que peregrina camino al cielo.
El sol que simboliza la verdadera vida que es Dios mismo, “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el Sol que nace de lo alto, para iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (Lc 1,78-79). La luz que proviene de Dios es la verdadera lámpara que alumbra la vida de los cristianos “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero” (Sal 118). Esta imagen es asumida en concomitancia y continuación de la misión de los Doce Apóstoles de extender el Reino por todo el mundo.
El Puente, símbolo de unidad, que une dos naciones soberanas -Paraguay y Brasil- que transmite la posibilidad de fraternidad entre hermanos. Cristo que vino a unir a los que estaban suelto por medio del amor, “Porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su único Hijo, para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga la vida eterna” (Jn 3,16). Representa el nuevo nacimiento en Dios que nos hace hermanos de todos, sin mirar raza, color, condición o status, porque “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gál 3,28).


CUADRO SUPERIOR DERECHO:
Las velas en posición de “X” que hace referencia al Santo Patrono San Blas, que, milagrosamente, curó a un niño que iba a morir de un mal de la garganta. El auxilio de san Blas es constantemente solicitado, mediante la fe del pueblo de Dios. San Blas, patrono de la diócesis de Ciudad del Este y co-patrono del Paraguay.
Ramas de yerba mate que enmarcan las velas, que simboliza el origen del obispo. Esta planta es figura que representa la esencia e identidad del pueblo paraguayo y que, a la vez, es signo de encuentro, de unidad, de tradición, de compartir. Esta planta también está vinculada con las raíces de Monseñor Pedro Collar Noguera, quien es oriundo de la entonces localidad llamada Ka´arendy, hoy distrito de Juan León Mallorquín (Alto Paraná). Estas ramas de yerba mate son simbólico y característico de la región alto paranaense. Evoca la fidelidad del pastor a sus raíces, a su pueblo y la misión de servir, reconociendo, respetando y promoviendo los gérmenes del Evangelio que se encuentra en la cultura paraguaya.
El color rojo hace referencia al martirio de San Blas que por vivir y defender la fe tuvo que derramar su sangre como testimonio para las generaciones posteriores.


CUADRO INFERIOR:
La estrella amarilla representa a María Santísima como aquella que es invocada como “María, estrella de la mañana”. La vemos también en el relato de la búsqueda de los magos “¿Donde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarle…. Ellos se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver a la estrella se llenaron de inmensa alegría.” (Mt 2, 2-11) lo encontraron con María su madre, ella siempre está presente donde su Hijo está.
El color oro simboliza la virtud teologal de la fe que la Santa Virgen mantuvo desde la concepción del Hijo de Dios, “¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!” (Lc. 1,45).


EL LEMA:
“¿Señor, a quién iremos?” (Jn 6, 58)

Es el lema que Monseñor Pedro Collar Noguera escogió para expresar su confianza plena en Dios para realizar su ministerio episcopal. En efecto, ¿es posible para el hombre realizar cualquier obra buena sin la ayuda de Dios? “Sin mí, nada pueden hacer”, nos recuerda el Señor. Por eso, el siervo fiel, habiendo madurado en el abandono en las manos de la providencia divina, y no teniendo ya nada en este mundo, exclama alegremente: “¿a quién iremos, Señor?”, sólo Tú tienes palabras de vida eterna”; sólo en Ti encuentro mi alegría. Y junto al santo Cura de Ars quiere expresar que “nuestra única felicidad en esta tierra consiste en amar a Dios y saber que Él nos ama”.

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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