Hermanas y hermanos en Cristo:

Les damos la más cordial bienvenida a la Arquidiócesis de Asunción y a esta casa pastoral que hoy que tenemos el privilegio de recibirles a  ustedes en el Congreso de Educación Católica 2023,  que retoma una actividad muy importante y necesaria, que en años anteriores la Conferencia Episcopal Paraguaya ya había impulsado.

Con una diferencia que destacar que este congreso, fue preparado con los pre-congresos realizados anteriormente, y continuamos haciéndolo conjuntamente, en alianza con la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción. También como respuesta a la  propuesta: Pacto Educativo Global, lanzada el 12 septiembre de 2019 por el Papa Francisco, quien convoca a unir esfuerzos para realizar una transformación cultural profunda, integral y de largo plazo a través de la educación. “La educación es siempre un acto de esperanza que, desde el presente, mira al futuro”.

En este saludo de bienvenida, quisiera dejarles un mensaje que  de alguna manera es el horizonte inspirador de la evangelización de la Iglesia, en general, y de los educadores católicos, en particular.

San Pablo VI lo dijo en la Evangelii Nuntiandi 41: “El mundo de hoy cree más a los testigos que a los maestros, y si cree en los maestros es porque éstos dan testimonio”. Educadoras, educadores, que enseñan  y marcan orientaciones en sus educandos y familias, sobre todo  con la elocuencia del testimonio  de su vida cristiana.  El Papa Francisco lo ha dicho de manera parecida y más popular: “Menos textos y más testigos”.  También los textos son necesarios, pero sobre todo hace falta testigos; testigos de la fe, la esperanza y la misericordia.

Testigo es el que tiene un conocimiento experiencial de aquello que dice; es alguien que primero ha vivido lo que expone; alguien que ha hecho en sí mismo la prueba de la bondad de Dios que enseña y propone a los demás lo aprendido. El educador laico católico en las escuelas y en particular en las católicas,  realiza una tarea que encierra una probada profesionalidad, pero no puede reducirse a ésta. Está enmarcada y asumida en su sobrenatural vocación cristiana. Debe, pues, vivirla efectivamente como una vocación.

El carácter especifico de los fieles laicos y de las personas consagradas se ve reforzado por el hecho de compartir la misión educativa común, que no se limita a la escuela católica, sino que “puede y debe abrirse a un intercambio enriquecedor en un ámbito mayor de comunión, con la parroquia, la diócesis, los movimientos eclesiales y la Iglesia universal”.(Dicasterio de Educación Católica y Cultura). Abrirse también a la escucha de nuestros niños y jóvenes, en la humildad de ser aprendices en la interacción con nuestros alumnos. Mucho podemos aprender de ellos en la escucha  atenta.  Mucho podemos también aprender unos de otros en el ejercicio de la profesión, de nuestros propios colegas. Llamados están profesores y profesoras, a ser apóstoles de la prevención y protección  contra abusos de todo tipo de los menores y adultos vulnerables en nuestras instituciones educativas y sobre todo por vocación están llamados a ser apóstoles de la promoción integral de los niños, adolescentes y jóvenes en la comunidad educativa. Apóstoles de la educación cristiana por excelencia, confiados a ustedes, a nosotros, por las familias de los educandos. 

La gente admiraba la enseñanza de Jesús porque poseía la autoridad y el poder de quien, anunciando la llegada del reino de Dios, la hace realidad. El contenido creativo de su pedagogía vivencial, impresiona  atrae y convierte. Por medio de esta forma diferente, Jesús, el Divino Maestro, crea una conciencia crítica en la gente con relación a las autoridades religiosas de la época. La gente percibe, compara y dice: enseña con autoridad, diferente de los escribas, sacerdotes  y ancianos. La palabra de Jesús es poderosa y eficaz, no solo instruye, sino que ilumina, sana y libera.

La educación es un acto de amor que ilumina el camino para que recuperemos el sentido de la fraternidad, de la amistad social,  para que no ignoremos a los más vulnerables, a los descartados. El educador es un testigo que no entrega solamente sus conocimientos intelectuales, sino sus convicciones evangélicas, su compromiso con la vida y la vida plena. El educador es uno que sabe manejar bien los tres lenguajes: el de la cabeza, el del corazón y el de las manos, armonizados. Y de ahí la alegría de comunicar. Y serán escuchados mucho más atentamente y serán creadores de comunidad. Encomendamos este Congreso a María Santísima Virgen de la Asunción y a San Marcos Evangelista, cuya fiesta celebramos hoy. Les deseo un fructífero y bendecido Congreso.

Asunción, 25 de abril de 2023.

+ Adalberto Card. Martínez Flores

Arzobispo Metropolitano de la Asunción

Presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya

Fuente: Arzobispado de Asunción

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

Un comentario en «Mensaje de apertura del Presidente de la CEP sobre el I Congreso Nacional de Educación Católica»

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