Hermanas y hermanos en Cristo:

Actualmente nuestro país sigue viviendo momentos muy difíciles por la aumentada cantidad de contagiados y fallecidos como consecuencia de la enfermedad COVID-19. Situación en que según reportes oficiales las zonas particularmente riesgosas por casos confirmados siguen siendo Central, Asunción, Alto Paraná y otros.

A las familias afectadas, les expresamos nuestra cercanía espiritual y nuestras oraciones. Rogamos a Dios que los enfermos puedan ser totalmente recuperados y sanados. Oramos también por aquellos que han fallecido que puedan gozar con el Señor del Reino Celestial. Que Él conceda su consuelo, fortaleza y alivio a los que lloran la partida de sus seres queridos.

Ante esta dolorosa realidad, la Iglesia, una vez más, hace un llamado, a los fieles cristianos y a todas las personas de buena voluntad, y exhorta a todos a seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias y a adoptar las medidas del cuidado personal y comunitario.

La primera buena obra a la que estamos llamados a practicar es seguir las indicaciones sanitarias para contribuir con obediencia y conciencia en mitigar los contagios y la pérdida de vidas humanas. Nunca como ahora estamos llamados a darnos cuenta de cuánto la responsabilidad personal es un bien que practicar por el bien de todos.

Quien acepta las reglas y comportamientos necesarios para defenderse del contagio contribuye también a defender y proteger a los demás. Sería una regla de oro para observar en todas las circunstancias, en todos los niveles sociales y familiares: «no hacer a los demás lo que no quisieras que te hagan a ti» (Tobías  4,15). En la emergencia actual está claro que todos debemos ser solidarios para hacer el bien, evitando lo peor, en que la pandemia pueda dispararse con consecuencias impredecibles e incontrolables.

Junto con el Papa Francisco decimos: Todos debemos implicarnos. Las autoridades y los ciudadanos debemos unirnos en un esfuerzo común, en favor de la salud y la vida de las personas. Además, con máxima responsabilidad, todos debemos cumplir las medidas de seguridad sanitaria, para proteger la vida de nuestros hermanos y la nuestra. “La vida es primero” (Francisco).

Expresamos nuestro aliento, reconocimiento y gratitud a quienes están en primera línea para defender la vida y la salud de los enfermos por la COVID-19: médicos, enfermeras y enfermeros, así como todo el personal sanitario y quienes colaboran con ellos; algunos han ofrendado sus vidas en ese abnegado y arriesgado servicio. Les comprometemos nuestras oraciones, para que el Señor les otorgue el premio de la Vida Eterna por la dedicación y práctica de las buenas obras con el prójimo. Como dice la Palabra: «Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que de antemano dispuso él que practicásemos» (Ef 2, 10)

Intensifiquemos nuestras oraciones para que el Espíritu Santo nos ayude a poner en práctica las buenas obras con mucha fe, esperanza y caridad, que serán el antídoto necesario para protegernos y cuidarnos mutuamente con responsabilidad cristiana y ciudadana en esta situación de crisis causada por el COVID-19.

Nos encomendamos a la Virgen de los Milagros de Caacupé, que como Madre nos proteja, sea nuestra defensa, refugio y amparo en las difíciles pruebas de la vida y muy especialmente en esta epidemia que padecemos.

Imploramos para cada persona, para cada familia, para nuestro querido Paraguay la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Villarrica,  13 de marzo de  2021

+Adalberto Martínez Flores

Presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya.

Obispo de Villarrica del Espíritu Santo

Administrador Apostólico de las FF.AA. y la PN

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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