“El sistema penitenciario debe curar las llegas, sanar las heridas y generar nuevas oportunidades”

Ante los últimos acontecimientos ocurridos en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú manifestamos nuestras condolencias y cercanía espiritual a los familiares que perdieron a sus seres queridos de forma trágica.

El violento motín en dicha Penitenciaría, que segó la vida de siete personas y dejó varios heridos, nos muestra, una vez más, la pésima condición en la que se encuentran nuestros reclusorios y todo el sistema penitenciario paraguayo.

Los hechos evidencian que de nada sirve una superestructura para recluir a las personas que tienen cuenta pendiente con la justicia si sigue imperando la alta corrupción en las cárceles y si no se realiza una profunda reforma penitenciaria.

Lamentamos la falta de una acción – gestión eficaz y acertada para disminuir la población penal sin condena y evitar el hacinamiento que va en detrimento de los derechos básicos de toda persona humana.

Nos preocupa también la extrema violencia con las que actúan grupos criminales que condicionan con chantajes a las autoridades nacionales y tienen control sobre la población carcelaria. Son cada vez más numerosos y violentos.

Muchos de los que son privados de su libertad y se encuentran cumpliendo con una condena o esperan que la justicia obre acorde a la ley tienen sueños y esperanzas, tienen familias que los esperan y quieren verdaderamente reinsertarse a la sociedad.

Al recordar el recorrido del Santo Padre, como Pastor de rebaños, notamos que siempre visitó las cárceles y a las personas privadas de libertad. En una oportunidad cuando visitó la cárcel Curran-Fromhold de Filadelfia (EE.UU) dijo: “Es penoso constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades”  e hizo un ejercicio de analogía recordado el lavado de pies, que desde el punto de vista cristiano, significa el servicio hacia los demás y que todos somos hijos de Dios con igualdad de condiciones.

En aquel tiempo, setiembre del año 2015, año en que visitó también nuestro país, el Papa manifestó su deseo a los recluidos y expresó que “quiere que volvamos a los caminos, a la vida, sintiendo que tenemos una misión; que este tiempo de reclusión no ha sido nunca un sinónimo de expulsión”.

Exhortamos al Gobierno Nacional, el Poder Judicial y al Legislativo a redoblar esfuerzo y desafiarnos a una mirada mucho más humana y humanizante a favor de las personas privadas de libertad que verdaderamente merecen una segunda oportunidad, al fin y al cabo, es un beneficio para toda la población.

Asunción, 19 de febrero de 2021

OFICINA DE COMUNICACIONES Y PRENSA DE LA CEP

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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