Desde la Oficina de Comunicaciones y Prensa de la Conferencia Episcopal Paraguaya repasamos los principales aspectos enfatizados durante la Misa Central de Caacupé, celebrada el día 8 de diciembre del año 2020.

Monseñor Ricardo Valenzuela Ríos hablo, durante su homilía principalmente de:

  1. EUCARISTÍA

Eucaristía es uno de misterios profundos de nuestra Fe: las apariencias, los sabores y los aromas son de pan y vino; sin embargo, tanto en una como en la otra especie, sólo encontramos la sustancia del Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo. Los sentidos nos presentan una realidad, pero nuestra Fe nos dice otra, en la cual creemos.

  1. DEBILIDAD ESPIRITUAL

Hay muchas situaciones en las cuales una persona se siente espiritualmente débil: ocasiones próximas de pecado que se presentan o circunstancias favorables al empobrecimiento espiritual, en fin, innumerables ocasiones que pueden minar la fortaleza del alma. Entonces, ¿dónde podremos recuperar las fuerzas? En la Eucaristía. Un ejemplo de ello nos da Santo Tomás de Aquino. Cuando celebraba su Misa a primera hora de la mañana, enseguida iba y asistía a la de otro fraile.  Según consta, incluso le gustaba acolitar las Misas de sus hermanos de hábito. “Hablando de los Sacramentos, decía en una audiencia el Papa Benedicto XVI, Santo Tomás se detiene de modo particular en el misterio de la Eucaristía, por el cual tuvo una grandísima devoción, hasta tal punto que, según los antiguos biógrafos, solía acercar su cabeza al Sagrario, como para sentir palpitar el Corazón divino y humano de Jesús” (Audiencia General 23/6/2010).

  1. INJUSTICIAS

Finalmente, miramos la Justicia, solicitamos que los responsables de la Justicia, fiscales y jueces, sean audaces y combatan decididamente la corrupción, para que nuestra casa común el Paraguay, esté limpio y exento de compras de justicia. Que actúen guiados por la verdad jurídica, sin dejarse influenciar por grupos de Poder que los pueda corromper, pues, “la justicia y el derecho sostienen el trono de Dios” (Salmos 97:2).

  1. PANDEMIA Y SOLIDARIDAD

No permitamos que los más débiles sean olvidados en sus dificultades. Crezcamos en solidaridad, en creatividad, en la búsqueda de nuevos caminos hacia un mundo nuevo, con los muchos problemas y oportunidades que enfrentamos. Si lo hacemos, guiados por el Espíritu del Señor e imitando las actitudes de la Madre María, saldremos de esta crisis con más vida y la posibilidad de afrontar los retos que nos depara el futuro.

Por otro lado, el obispo de Caacupé emitió una carta dirigida al pueblo paraguayo en general y a la feligresía católica en particular.

¿Qué dice la carta escrita por el Obispo de Caacupé?

  1. El covid-19 y la esperanza

Ahora, resulta difícil conocer la verdad acerca del origen de este virus del “covid-19”; pero, sostenidos en la Palabra del Maestro, abrigamos la esperanza en que habrá “luz” – en el futuro – sobre este mal.

  1. La precariedad en salud pública, corrupción e impunidad

Observamos con tristeza tantas muertes, tanta precariedad de infraestructuras en la salud púbica, a pesar de la cantidad de nuevas unidades sanitarias habilitadas por causa de la pandemia; tantos profesionales de la salud sin suficientes elementos de trabajo y bajo salario; tanta corrupción en medio del dolor; tanta impunidad en torno a la narcopolítica, que aprovecha la concentración de la opinión pública en la agenda única de la pandemia para que políticos recluidos recuperen no solamente sus libertades sino también sus bancas en el Congreso de la República y todo tipo de privilegios, despreciando el Estado de Derecho y desafiando las Palabras del Señor. La narcopolítica es lastre y pesada carga para nuestro sufrido país. 

  1. Evitemos la propagación del COVID-19

Evitemos las grandes aglomeraciones, los imprudentes contactos y cuidemos la salud de los demás cuidándonos nosotros mismos, teniendo presente las palabras del Papa Francisco: “el único contagio que vale la pena es el contagio del amor”. Que Dios Padre, Nuestro Señor Jesucristo su Hijo, el Espíritu Santo y la Virgencita de los Milagros de Caacupé iluminen nuestros corazones y nuestros pasos del próximo año.

  1. Condolencias y oraciones a familiares de fallecidos

No obstante, los episodios de dolor son inevitables en estos casos de contagio fácil por falta de una vacuna preventiva. Por eso, hacemos llegar nuestras más sentidas condolencias y oraciones para todas las familias que soportaron – y siguen sufriendo – la partida de sus seres queridos como consecuencia de este virus de circulación planetaria, o por cualquier otra causa. Pues, como rezamos en el Misal, “aunque la tristeza de morir nos entristece, nos alegra la esperanza de la feliz resurrección”. Y el mismo Señor Jesucristo proclama: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre” (Jn 11,25b-26).

  1. Pecadores sí, corruptos no

Observamos con tristeza tantas muertes, tanta precariedad de infraestructuras en la salud púbica, a pesar de la cantidad de nuevas unidades sanitarias habilitadas por causa de la pandemia; tantos profesionales de la salud sin suficientes elementos de trabajo y bajo salario; tanta corrupción en medio del dolor; tanta impunidad en torno a la narcopolítica, que aprovecha la concentración de la opinión pública en la agenda única de la pandemia para que políticos recluidos recuperen no solamente sus libertades sino también sus bancas en el Congreso de la República y todo tipo de privilegios, despreciando el Estado de Derecho y desafiando las Palabras del Señor. La narcopolítica es lastre y pesada carga para nuestro sufrido país.

  1. Jesucristo enamorado del Paraguay

El infortunio no se enamoró del Paraguay. Jesucristo es el que está enamorado del Paraguay y parece que no nos damos cuenta. Este paraíso llamado Paraguay, lleno de riquezas naturales, de gente linda, cordial, productiva y pacífica es resultado de la integridad de la Creación; es producto del amor de un Dios bueno y de las bendiciones de la Virgen María que se solidariza constantemente con su pueblo cuando sufre con sus dolores y se alegra con sus triunfos.

  1. Acercarse a la Eucaristía

Cuanto más nos acerquemos a la Eucaristía y a los Sacramentos, más sentiremos la presencia del Señor en nuestras vidas y tendremos más energía para combatir las desventuras de nuestra nación hasta descubrir que Dios nos regaló, aquí en la tierra, un hermoso país: tanta gente de bien, hogares felices que viven en concordia y armonía.

  1. Oportunidad a personas capacitadas y alternancia en espacios de poderes

No debemos esperar que termine la pandemia para diseñar un país viable y justo para todos. Utilicemos el talento y la inteligencia de tantas personas que estudiaron y se especializaron aquí y en el exterior para trabajar por su país, y que a pesar de sus altas calificaciones continúan con los sueños de Carlos Miguel arrugados en sus mochilas, esperando oportunidades, esperando que quienes acaparan las tomas de decisiones den un paso al costado, honrando los principios republicanos de la alternancia y de la dinámica del servicio político para que los distintos puestos y cargos puedan ser ocupados y gestionados conforme con los méritos, la capacidad, la experiencia y, sobre todo, por un gran espíritu de servicio.

  1. ¿”La Iglesia debe meterse en política”?

La Iglesia es “Madre y Maestra”, experta en humanidades; y como se había expresado san Juan Pablo II, en el Palacio de los López, durante su visita al Paraguay: “No se puede confinar a la Iglesia en las sacristías y en la intimidad de las conciencias”. Porque ella, fiel a su misión, debe anunciar el Reino y denunciar todo aquello que obstaculiza el plan de Dios: injusticias, robos, calumnias y difamaciones, mentiras, asesinatos, secuestros y tantos crímenes.

  1. El futuro de nuestro país 

Es hora de hacer cambios profundos, pues, tal vez, mañana, las consecuencias de la inacción lleguen a ser peores que el ataque del virus, hoy. Lucidez e inteligencia deben ser las consignas; “estar preparados”, “ser previsores” como se nos inculca, cotidianamente, en este tiempo de Adviento.

  1. La buena noticia

La buena noticia es que tenemos las armas para enfrentarlo. Necesitamos personas que decidan empuñar las armas del valor, la tenacidad, la sabiduría, la ética, la decencia. Jambo ykéma vaerã jahávo la ñande rekove ymaguare (“necesitamos dejar de lado nuestra anterior costumbre”) de esperar mansamente que todo venga de arriba, de permanecer indiferentes y egoístas; necesitamos involucrarnos, participar, tomar responsabilidades, apoyar o rechazar, equivocarnos si es necesario, pero movernos, no permanecer estáticos y fatalistas.

  1. No olvidar los compromisos

No olvidemos que al inicio de la pandemia se habló y se asumió el compromiso de hacer reformas para garantizar la viabilidad de nuestro país en una crisis, de prever las consecuencias, de aprender del pasado y de experiencias similares que registra la historia. Se habló de recortar todos los privilegios en la función pública, de suprimir los gastos superfluos, de achicar el aparato estatal que es innecesariamente grande – desde hace tiempo -; se prometió reforzar los presupuestos de salud y de las instituciones vinculadas a la reactivación económica.

Para leer todas las homilías de Caacupé dirigirse al siguiente link:

https://episcopal.org.py/?page_id=6417

Asunción, 11 de diciembre de 2020

OFICINA DE COMUNICACIONES Y PRENSA CEP

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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