MENSAJE POR LA FIESTA DE LA VIRGEN DE ITAPE  2020

Queridos hermanos y hermanas:

María, la madre de Cristo y de la Iglesia, camina con su pueblo

El año pasado, en la celebración central del día de la Virgen del Paso, en su Santuario de Itapé, con la participación de Obispos, sacerdotes, religiosos, diáconos, seminaristas y miles de fervorosos fieles devotos de nuestra Madre milagrosa y creyentes de todas partes del país, con la bendición final de la Eucaristía partíamos hacia nuestros hogares con el espíritu lleno de fortaleza y de renovada esperanza de volver a peregrinar este año para llenarnos de nuevo de su gracia y protección.

En aquella feliz circunstancia, nadie se imaginaba en esta difícil realidad que hoy nos toca vivir. Cada uno de nosotros seguramente, teníamos nuestros planes, proyectos, sueños e ideales. La pandemia ha hecho que muchos de ellos se desvanecieran por el camino, se detuvieran o se postergaran para más adelante; el enemigo invisible del virus nos ha arrinconado. Con dolorosas consecuencias, espirituales y materiales. En algunos casos con la pérdida de nuestros seres queridos. A veces el hombre propone pero son las circunstancias y el querer de Dios quien dispone.

Como pueblo de Dios que peregrina en esta tierra, bajo el impulso del Espíritu Santo, sentimos a la Virgen María como Madre cuyo corazón rebosa de amor y nos lleva a Jesucristo. “Con gozo, constatamos (que ella) se ha hecho parte del caminar de cada uno de nuestros pueblos, entrando profundamente en el tejido de su historia y acogiendo los rasgos más nobles y significativos de su pueblo” (DA 269).

Ella “guardaba todos estos acontecimientos y los meditaba en su corazón” (Lc 2,19)

Con la incertidumbre sobre el origen de este mal, es importante que evaluemos lo que queda como enseñanza de esta experiencia de larga cuarentena, en la que nos sumergimos para protegernos y cuidarnos entre todos.

A nivel eclesial, les invito a reflexionar sobre esta experiencia desde dos puntos de vista: como algo anormal y como algo normal. Es anormal que la Iglesia no se congregue, ya que ella por esencia fue instituida como asamblea convocada; por lo tanto, el congregarse es algo esencial a la Iglesia y de ahí que el “no congregarse” no es normal, en una anomalía; por eso dice el Papa Francisco: “si la Iglesia se cierra se enferma”. Pero, por otro lado y en este tiempo de crisis, por el peligro del contagio real de la mortífera enfermedad, es normal que la Iglesia sea prudente y promueva el cuidado a favor de todo el redil cristiano que pastorea con amor; porque la esencia del pastor es el cuidado y el bien de sus ovejas. La virgen María es la presencia maternal de Dios, la madre cercana que escucha y también nos pastorea y apacienta en los momentos difíciles.

La Virgen María, custodia la vida (Cf. Mt 2, 13-15)

Una de las cosas fundamentales que aprendimos es que la pandemia nos enseñó a valorar y priorizar lo que es realmente importante y trascendental, nuestra vida humana nacida de la mano de Dios, y todo lo que en su relación ella implica.

Como pastores de la Diócesis nuestra recomendación es mantener un equilibrio sabio y sano frente a esta realidad que estamos viviendo y que coincide con la organización de nuestra gran fiesta mariana de Itapé.

La Virgen María nos muestra que Dios no nos abandona, en el sufrimiento, en el confinamiento, en el exilio donde nos dirigimos para alejarnos por prudencia, de las amenazas y peligros que nos asechan; Dios está también allí con nosotros, como protección y escudo, para luchar en favor de la vida y la dignidad de las personas. Toda la vida de la Virgen María, con la Divina Familia, estaba marcada por las adversidades y en todas las circunstancias difíciles se dejó guiar por Espíritu Santo y leyó su historia con la confianza puesta en Dios.

La Virgen María nos invita a ser solidarios

Por eso, en este tiempo de tanta incertidumbre, junto a nuestro Papa Francisco les exhortamos: “dejémonos contagiar por el amor, no por el virus”, “ayudemos todos a sanar el mundo”, “tenemos que curar un gran virus, el de la injusticia social, de la desigualdad de oportunidades, de la marginación y de la falta de protección de los más débiles”, “cuidémonos para el futuro que vendrá”, “solo unidos y cuidando a los demás podemos superar esta crisis”, “suscitemos una nueva esperanza y una nueva solidaridad”.

La iglesia nunca se cierra del todo, porque todos somos Iglesia, Pueblo de Dios. Las celebraciones eucarísticas y peregrinaciones no se pueden suspender, ahora sí podemos vivirlos en forma diferente pero con igual profundidad.

Experimentemos, queridos hermanos y hermanas, una peregrinación diferente y más ardua: la peregrinación espiritual o interior, la que conduce al corazón, a la verdad, para encontrarse profundamente cada uno consigo mismo, en fraternidad con los demás y unidos a Dios. En ese sentido, todo lugar de conversión, de reconciliación, de fraternidad, de justicia y bien común son lugares privilegiados de peregrinación hoy en día. Peregrinar con la Virgen es llegar a las periferias existenciales y geográficas, es buscar del reino de Dios y su justicia (Cf. Mt 6,33)

En este año de la Eucaristía, estamos llamados a pasar del espacio sagrado de los templos a los cuerpos sagrados de los templos vivos; y de los gestos litúrgicos a la puesta en acción de los gestos de solidaridad, al servicio comunitario como expresión y extensión de una misa que se hace carne en lo cotidiano de la vida cristiana. Es hora de ampliar el horizonte y buscar nuevos modos de servicios pastorales para hacernos presentes en la comunidad de fe cualquiera sea la circunstancia, de pasar de la distancia social a la proximidad espiritual.

La llena de gracia (Lc 1, 28) nos invita a aprovechar este momento de gracia.

Tal vez, todo esto sea una oportunidad para detenernos un poco, callar, escuchar, ver y captar el tiempo de Dios, el tiempo de la gracia que nos envía el Señor para sumergirnos en una realidad más profunda con el fin de regresar con cambios urgentes y necesarios, con más frescura, entusiasmo y espíritu de fortaleza.

La experiencia de la fe nos dice que no estamos solos, a igual que su Madre, el Señor resucitado nos precede en nuestro caminar removiendo las piedras que nos paralizan. Esa es nuestra esperanza, la que no nos podrá ser robada, silenciada o contaminada. Hoy, nuestra misión es sembrar esa esperanza en medio de tantos sufrimientos y desconciertos. Esta es la hora, de aprovechar esta prueba como una oportunidad para reconstruir un mejor mañana para todos, sin excluir a nadie, porque sin una visión de conjunto nadie tendrá futuro. En la barca remamos juntos como en las tradicionales peregrinaciones fluviales en el Tebicuary con la Virgen del Paso de Itapé.

Con responsabilidad pastoral, en estas circunstancias de la pandemia Covid-19 que vivimos, hemos establecido algunas disposiciones para el Santuario de la

Virgen de Itapé para la celebración de su novenario y la fiesta patronal del 18 de diciembre del 2020.

Los Obispos, así como hemos dispensado a los fieles, en todo este tiempo desde marzo de este año, del precepto dominical por las recomendaciones sanitarias, en esta oportunidad, también dispensamos del cumplimiento de las promesas en forma presencial, física. Los fieles de nuestra diócesis, podrán cumplir sus promesas, rezando y participando espiritualmente unidos en el novenario y en el día propio. Podrán hacer esto, asistiendo a la santa misa más cercana a su residencia en sus parroquias, acompañando las celebraciones litúrgicas a través de las transmisiones en los diferentes medios de comunicación, orando en sus hogares, en sus nichos, ante la imagen de la Virgen de Itapé. Ella, como Madre amorosa, comprende nuestras circunstancias y nos visita. Ella tocará con su milagroso manto nuestras vidas y hogares.

A todos los peregrinantes de todas las edades, a los que tienen el propósito de venir a cumplir su promesa y visitar el santuario, especialmente a los mayores de edad y aquellos con condiciones de salud, que los hacen más vulnerables, les pedimos encarecidamente, por el cuidado de la salud de cada uno y de los suyos, que permanezcan en sus hogares. Todo el año próximo, cuando se den las condiciones más favorables, estaremos de nuevo peregrinando a nuestro santuario, en forma individual y comunitaria.

Oración de la Virgen del Paso

Virgen Santa del Paso, Madre De Dios y Madre nuestra, te pedimos sigas cobijándonos bajo su amoroso manto, a todos tus hijos e hijas que peregrinamos hasta tu santuario.

Que continúes pasando y tocando nuestros corazones, fortaleciéndonos en nuestro compromiso de ser discípulos misioneros de Jesús.

Ayúdanos a ser obedientes a las Palabras de tu Hijo, fruto bendito de tu vientre,

para obtener aquellas gracias, prodigios  y milagros que te pedimos por tu gloriosa

intercesión.

Nos confiamos Madre Santa a tu maternal cuidado y ayuda, para crecer y testimoniar nuestra fe, esperanza y caridad. Amén

Villarrica 29 de noviembre del 2020

Mons. Adalberto Martínez Flores

Obispo de Villarrica de Espíritu Santo

Guairá y Caazapá

 

MENSAJE ITAPE

 

 

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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