Correspondiente a la fecha 23 de setiembre de 2020, compartida durante la Audiencia General del Papa Francisco.
(Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede)

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. ¡Son tantos hoy! En estos días se han cumplido cinco años de mi viaje apostólico a Cuba. Saludo a mis hermanos Obispos y a todos los hijos e hijas de esa amada tierra. Les aseguro mi cercanía y mi oración. Pido al Señor, por intercesión de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, que los libre y alivie en estos momentos de dificultad que atraviesan a causa de la pandemia.

Y a todos, que el Señor nos conceda construir juntos, como familia humana, un futuro de esperanza, en el que la dimensión local y la dimensión global se enriquezcan mutuamente, florezca la belleza y se construya un presente de justicia donde todos se comprometan a servir y a compartir. Que Dios los bendiga a todos.

Queridos hermanos y hermanas:

La crisis actual no es sólo crisis sanitaria sino también crisis social, política y económica. Para salir de ella todos estamos llamados, individual y colectivamente, a asumir nuestra propia responsabilidad. Pero constatamos, sin embargo, que hay personas y grupos sociales que no pueden participar en esta reconstrucción del bien común, porque son marginados, excluidos, ignorados, y muchos de ellos sin libertad para expresar su fe y sus valores.

La Palabra de Dios que hemos escuchado nos recuerda cómo todas las partes del cuerpo, sin excepción, son necesarias. A la luz de esta imagen de san Pablo, vemos también cómo la subsidiariedad es indispensable, porque promueve una participación social, a todo nivel, que ayuda a prevenir y corregir los aspectos negativos de la globalización y de la acción de los gobiernos.

Por eso, el camino para salir de esta crisis es la solidaridad, que necesita ir acompañada de la subsidiariedad, que es el principio que favorece que cada uno ejercite el papel que le corresponde en la tarea de cuidar y preparar el futuro de la sociedad, en el proceso de regeneración de los pueblos a los que pertenece. Nadie puede quedarse fuera. La injusticia provocada por intereses económicos o geopolíticos tiene que terminar, y dar paso a una participación equitativa y respetuosa.

Francisco

Reproducido y difundido por la Oficina de Comunicaciones y Prensa de la CEP

B0478-XX.02

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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