EXHORTACIÓN

LLAMADOS A PRACTICAR LA CARIDAD

Pero en su angustia clamaron al Señor y él los liberó de su aflicción, les envió su palabra, los sanó y salvó sus vidas de la tumba (Salmo 107, 19-20)

Hermanas y hermanos en Cristo:

Nuestro país vive un momento muy difícil por la cantidad de contagios y fallecidos como consecuencia de la enfermedad COVID-19, situación que se presenta particularmente grave en Asunción, Central y Alto Paraná.

A las familias afectadas, les expresamos nuestra cercanía espiritual y solidaridad. Rogamos al Señor que acoja en su Reino a las personas fallecidas y conceda consuelo y alivio a sus seres queridos.

Ante esta dolorosa realidad, la Iglesia, una vez más, hace un llamado, a los fieles cristianos y a todas las personas de buena voluntad, y exhorta a todos a seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias y a adoptar las medidas de cuidado personal y comunitario.

En nuestro mensaje de marzo pasado, al inicio de la cuarentena por la pandemia en nuestro país, afirmamos que la primera obra de caridad a la que estamos llamados hoy es seguir las indicaciones de las autoridades civiles y eclesiásticas para contribuir con la obediencia y el respeto para mitigar los contagios y la pérdida de vidas humanas. Nunca como ahora hemos sido llamados a darnos cuenta de cuánto la responsabilidad personal es un bien para todos.

Quien acepta las reglas y el comportamiento necesarios para defenderse del contagio contribuye a limitarlo para los demás. Sería una regla de convivencia que observar en todo momento en esta emergencia, en todos los niveles, pero en la situación  actual está claro que todos somos corresponsables para bien o para mal.

Junto con el Papa Francisco decimos: Todos debemos implicarnos.  Las autoridades y los ciudadanos debemos unirnos en un esfuerzo común, en favor de la salud y la vida de las personas. Además, con máxima responsabilidad, todos debemos cumplir las medidas de seguridad sanitaria, para proteger la vida de nuestros hermanos y la nuestra. “La vida es primero” (Francisco).

Expresamos nuestro aliento, reconocimiento y gratitud a quienes están en primera línea para defender la vida y la salud de los enfermos por la COVID-19: médicos, enfermeras y enfermeros, así como todo el personal sanitario y quienes colaboran con ellos en esta batalla; algunos han ofrendado su vida en ese abnegado y arriesgado servicio. Les comprometemos nuestras oraciones, para que el Señor, que no se deja ganar en generosidad, les recompense por su testimonio de amor al prójimo.

Intensifiquemos nuestras oraciones para que el Señor nos ayude a vivir las virtudes de la fe, de la esperanza y de la caridad, que serán el antídoto necesario para superar con éxito la situación de crisis causada por la COVID-19.

Que la Virgen de los Dolores, Madre del Siervo sufriente, nos enseñe el Camino del Amor que es perdón y reconciliación. Recemos el rosario en familia. Encomendémonos a la Virgen de los Dolores, que como Madre nos proteja, sea nuestra defensa, refugio y amparo ante la enfermedad.

Imploramos para cada persona, para cada familia, para nuestro querido Paraguay la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Villarrica, 15 de septiembre de 2020.

+Adalberto Martínez Flores, Presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya.

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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