La Presidencia del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, ha dado a conocer una carta con fecha 21 de agosto, dirigida “a todos los líderes de América Latina y el Caribe”

La misiva comienza señalando que la crisis sanitaria y socio-económica que vive América Latina y el Caribe y “la responsabilidad como pastores del Pueblo de Dios que nos ha sido confiado” mueven el mensaje que quiere “aportar al discernimiento que deben realizar en este delicado contexto, como también al debate de la sociedad sobre estos acuciantes tiempos. Hablamos desde nuestra experticia en humanismo y solidaridad, recordando que toda decisión política, económica o social tiene como fundamento la moral y, por lo mismo, repercusiones morales. Hablamos, también, mirando con esperanza en que seremos, todos juntos, capaces de construir una mejor Casa Común”.

“Nos preocupa el efecto de la pandemia en las vidas humanas y en la salud de los ciudadanos, en especial de los más pobres. Entre ellos, migrantes, pueblos originarios, campesinos, afrodescendientes, mujeres, personas mayores y niños” expresa el CELAM, manifestando su dolor ante el aumento de la pobreza, la indigencia, y el grave deterioro de la salud mental, que se expresa en “la violencia y el miedo que atenta contra la libertad, fundamento de la democracia”. Reconocen además, como ha dicho el Papa Francisco, la existencia de dos pandemias: «es indispensable encontrar la cura para un virus pequeño, pero terrible, que pone de rodillas a todo el mundo», pero también «tenemos que curar un gran virus, el de la injusticia social, de la desigualdad de oportunidades, de la marginación y de la falta de protección de los más débiles».

Ante la premura de encontrar una vacuna que permita dar solución a la pandemia, bendicen dichos esfuerzos, pero advirtiendo que se debe demostrar que las vacunas son seguras y probadas éticamente. Al respecto los obispos claman “para asegurar que las vacunas estén disponibles para todos, priorizando a los más pobres, quienes han sido los más afectados por la pandemia en nuestro continente y en la humanidad entera”.

“Deseamos invitarlos para que, junto con nuestros pueblos y con el apoyo de la comunidad científica construyamos creativamente soluciones conjuntas, en fraternidad latinoamericana y caribeña. Se requiere voluntad política para alcanzarlo y rogamos a Dios que inspire sus inteligencias para lograrlo”, agregan los pastores llamando a acciones que permitan disponer de centros de investigación que reúnan “lo mejor de nuestra inteligencia científica y que sean sostenidos en forma cooperativa por los países de la región, para hacer entre todos lo que por separado ninguno o muy pocos pueden”.

Luego, el CELAM manifiesta su preocupación por la “pandemia socioeconómica” ante el aumento de la concentración de la riqueza que “en el fondo, se nutre del aumento de la pobreza”, añadiendo que “Esta pandemia nos afecta desde ya hace mucho tiempo. Por lo mismo, no podemos regresar a una “nueva normalidad”. ¡Aspiramos a una “mejor normalidad”!, con justicia social y respetuosa de la “Casa Común”.

“La injusticia estructural que afecta a América Latina y El Caribe no es una maldición ni un castigo divino, sino el resultado del “pecado estructural” y del “pecado ecológico” que afectan a nuestra región y que debemos superar todos juntos. Urgimos que en las políticas públicas siempre se tenga presente, en primer lugar, a los hombres y mujeres de nuestra tierra y en especial a los más pobres. ¡Lo reclamamos en nombre de Dios!”.

El mensaje finaliza agradeciendo la atención y escucha, así “como su repuesta a este apremiante llamado a la integración y a la cooperación regional para responder con audacia a la crisis sanitaria y socio-económica”. Junto a ello los obispos comprometen su oración y compromiso con la reconstrucción del tejido social latinoamericano y caribeño, y “nuestra particular dedicación pastoral por la defensa y el cuidado de la vida, especialmente la de los más vulnerables excluidos. Sabemos que, como nos ha enseñado san Romero de América, «la Iglesia traicionaría su mismo amor a Dios y su fidelidad al Evangelio si dejara de ser “voz de los que no tienen voz”, defensora de… los pobres».

Fuente: Prensa CELAM

http://www.iglesia.cl/documentos_sac/23082020_129pm_5f42996cd9d8a.pdf

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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