MENSAJE DE CUARESMA Y PASCUA 2020

Queridos Hermanos Sacerdotes, religiosos y religiosas, cristianos todos del Vicariato Apostólico del Pilcomayo

Una Cuaresma diferente vivimos en este año, la cuaresma que como siempre nos invita para una profunda conversión personal y comunitaria. Pero este año por la situación que vivimos el mundo entero está obligado a convertirse. El Corona Virus nos pone frente al desafío que Jesús ha presentado a la humanidad: Tenemos que elegir entre la vida y la muerte. Es nuestra propia responsabilidad elegir el camino correcto.

En la semana santa movidos por la responsabilidad que tenemos frente a nosotros mismos y a nuestro prójimo, vamos a obedecer estrictamente a las disposiciones de seguridad de nuestro gobierno. No habrá ninguna celebración comunitaria en las Parroquias y las comunidades locales. Pero esto no significa que no vamos a celebrar los acontecimientos de la salvación de la Semana Santa. Estamos invitados a participar a través de la radio y televisión y otros medios de comunicación y celebrarlos en el seno de la familia. Podemos ser así una verdadera Iglesia doméstica leyendo juntos la palabra de Dios, compartirla y revisar nuestra vida familiar, comenzando a convertirnos seriamente.

Por otro lado, lo que no lograron en años leyes, buenas recomendaciones, exhortaciones, cartas pastorales o mensajes de autoridades civiles, en este momento está consiguiendo el covid 19. El mundo entero va asumiendo de que sólo podemos soñar de un futuro feliz para todos, si juntos nos hacemos responsables de nuestra casa común, si cambiamos radicalmente nuestro sistema económico fatal que produce millones de pobres y muertes, si dejamos de destruir la naturaleza y el equilibrio ecológico a causa de la avaricia, si a consecuencia comenzamos a construir sociedades con más justicia social, solidarias y participativas. Hasta nuestros políticos admiten que tenemos una estructura del estado que explota a la gente pobre manejado por grupos inescrupulosos despreocupados por el bien de la gente y por eso proponen una reforma total del estado.

Para lograr todo esto hace falta una conversión profunda, conversión del corazón y la posibilidad de una justicia social amplia para todos. Esto significa:

– Asumir nuestra propia responsabilidad y no acusar a Dios por lo que ocurre ahora y por todo lo que no anda bien en este mundo.
– Aceptar de que todos estamos encargados de cuidar nuestra casa común, hacer la habitable y facilitar una vida digna para todos.
– No solamente reaccionar frente a situaciones de emergencia, sino vivir de tal forma que estas situaciones no se presenten de una manera tan desastrosa o mejor hacer algo efectivo para evitarlas.
– Defender de verdad la vida de todos seres humanos y toda la naturaleza que Dios nos ha dado.
– Crear estructuras económicas y sociales que permitan la vida en plenitud para todos sin excepción.
– Terminar con la desigualdad, la indiferencia, el racismo y la violencia de todo tipo.

Hay que tomar en serio una dura realidad: Ahora que la enfermedad y la muerte golpea las puertas de nuestra propia casa, todos estamos alarmados y hasta muchos toman las precauciones necesarias. Pero cuando el problema no está frente a nuestra casa, nos quedamos tranquilos o ni miramos de cerca lo que está pasando. Nos conmueven acaso y nos hacen reaccionar los miles y millones de niños y jóvenes que mueren de hambre o por falta de atención médica (cada día 1800 menores de 5 años por causas evitables)? Nos hacen reaccionar los pueblos que viven añares en guerra e inseguridad, campesinos e indígenas que son despojados de sus tierras y viven en la miseria en los barrios pobres de nuestras ciudades, jóvenes que destruyen sus vidas con drogas porque no tienen perspectivas en la vida o sufren acoso y violaciones? Frente a tanta gente golpeada y destruida no hacemos nada o muy poco. Son situaciones que exigen nuestra respuesta igual como el virus.

En medio de todo esto, Jesús se ofrece como camino, verdad y vida. El sufre padece y muere por nosotros, pero resucita, vence la muerte y todo lo que trae la muerte. Él nos invita a no perder la esperanza a resucitar con El, a reaccionar y a animarnos a construir un mundo de amor y de paz. Felices Pascuas

Mcal. 2 de Abril 2020

Mons. Lucio Alfert omi
Vicario Apostólico del Pilcomayo

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PASCUA 2020

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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