Durante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Aparecida, nos recuerda “La dignidad y participación de las mujeres”, en los diversos espacios de la sociedad.

Hoy queremos recordar aquel texto que aparece en el número 451 del documento de Aparecida, en donde el misterio de la Trinidad nos invita a vivir una comunidad de iguales en la diferencia. En una época de marcado machismo, la práctica de Jesús fue decisiva para significar la dignidad de la mujer y su valor indiscutible: Habló con ellas (cf. Jn 4, 27), tuvo singular misericordia con las pecadoras (cf. Lc 7, 36-50: Jn 8-11), las curó (cf. Mc 5, 25-34), las reivindicó en su dignidad (cf. Mt 28, 9 – 10), e incorporó mujeres al grupo de personas que le eran más cercanas (cf. Lc 8, 1-3). La figura de María, discípula por excelencia entre discípulos, es fundamental en la recuperación de la identidad de la mujer y de su valor en la Iglesia. El canto de Magníficat muestra a María como mujer capaz de comprometerse con su realidad y de tener una voz profética ante ella.

Históricamente, desde esta época que nos recuerda Aparecida, la mujer siempre cumplió un rol de capital importancia en la sociedad y específicamente en Paraguay, las mujeres han dado incluso sus vidas para salvar a la patria en momentos críticos.

Las mujeres paraguayas supieron forjar un nuevo sendero para que la nación paraguaya se reconstruyera luego de aquella hecatombe que vivimos entre 1865 y 1870. A pesar de ese gran aporte, nuevamente, las mujeres fueron relegadas.

Sin embargo, siempre estuvieron presentes para atender a los hijos, durante el embarazo, luego del nacimiento, siempre criaron y educaron a los hijos para que estos se conviertan en grandes líderes que necesitaba la patria para salir adelante, a pesar de las dos guerras sangrientas que hemos vivido como nación.

Aunque el aporte de las mujeres en los distintos ámbitos de la sociedad sea reconocido ampliamente, la sociedad machista de nuestro país siempre postergó la participación de estas en varios aspectos de la vida pública.

Las mujeres de nuestro país nunca se rindieron, lograron sufragar luego de décadas de luchas y reivindicaciones a partir de una Ley de 1961.

Como Iglesia valoramos la incorporación de las mujeres en rubros laborales tradicionalmente ocupado por varones, reconocemos que gracias a la apertura de algunas instituciones u organizaciones son figuras importantes en las comisarías, en filas policiales y militares. Se destacan como jefas de centros de salud públicos y privados.

Son valientes heroínas que salvan vidas, administran la justicia y trabajan para acabar con la corrupción.

En contrapartida, la violencia contra las mujeres sigue elevando las cifras y evidenciando el menoscabo de la dignidad y el valor de muchas de las mujeres, por eso es importante “Hablar con ellas”, como nos pide Aparecida, reconocerlas y generar espacios de participación para caminar juntos en pos un país más incluyente, cooperativo y solidario.

Nuestros  más sinceros deseos de felicidad en este día tan especial en que recordamos el día de la Mujer Paraguaya.

 

Asunción, 24 de febrero de 2020

 

OFICINA DE COMUNICACIONES Y PRENSA CEP

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MENSAJE POR EL DÍA DE LA MUJER PARAGUAYA

 

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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