MENSAJE

JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

(18 de noviembre de 2018)

“Este pobre gritó y el Señor lo escuchó”.  (cf. Salmo 117, 5)

Los pobres claman por nuestra escucha y atención solidaria. La Segunda Jornada Mundial de los Pobres, convocada por el Papa Francisco para este domingo 18 de noviembre, nos llama a dirigir nuestra mirada hacia los que viven en la periferia social, al límite de la dignidad que les corresponde como ciudadanos y como hijos de Dios, para reconocer sus necesidades, superar la cultura de la indiferencia y expresar nuestra projimidad con acciones concretas.

Debemos salir al encuentro de las situaciones de sufrimiento y marginación en la que viven tantos hermanos y hermanas en situación de pobreza y pobreza extrema en nuestro país. Según datos estadísticos, más de 1 millón 800 mil paraguayos viven en situación de pobreza, de los cuales más de 300 mil no cubren sus necesidades básicas de alimento, viviendo en indigencia y alrededor del 40 por ciento son niños y niñas.

Los pobres ven agravada su situación por factores coyunturales como las emergencias, consecuencia de fenómenos climáticos. Este el caso de los damnificados por la creciente de los ríos. Ellos requieren solidaridad en forma urgente, por lo que exhortamos a dar apoyo a la campaña impulsada por la Pastoral Social junto con muchos miembros de la sociedad. Nuestros donativos, el voluntariado y las oraciones de muchos, ayudarán a mitigar el sufrimiento y paliar las necesidades de muchas familias.

En cada necesitado descubrimos al Cristo pobre que nos llama a responder con  ternura y misericordia (cf. Mateo 25, 34-36). En nuestra Iglesia, la opción por los pobres se traduce en múltiples iniciativas en todas las Diócesis: atención a enfermos, asistencia a ancianos y a menores desamparados, comedores infantiles y centros de refuerzo escolar, educación, programas de recuperación de adicciones, asesoría y solidaridad a pueblos indígenas, promoción de la agricultura familiar y cuidado de las comunidades campesinas, etc.

Sin descuidar las acciones ya mencionadas a favor de los pobres, es bueno hacer una reflexión más profunda, para darnos cuenta de si realmente estamos haciendo los esfuerzos suficientes para  escuchar a los pobres y trabajar por la construcción de una sociedad más equitativa, fraterna y solidaria.-

Como Iglesia podemos ayudarnos mutuamente a generar más respuestas al clamor de los pobres, recordando la directiva de Jesús a sus discípulos: “Denles ustedes de comer” (Lc 9, 13).  En los grupos parroquiales y de Movimiento, en las comunidades de base, en la comunidades de las capillas, en el coro, en los consejos parroquiales, en el clero del decanato, en toda agrupación de la  Iglesia podemos rezar juntos, escuchar este llamado del Papa, que continua la misión del Señor, y preguntarnos: Con nuestros talentos y recursos, ¿a quiénes sentimos que el Señor nos envía?

Tener oídos sordos a ese llamado, nos sitúa fuera de la voluntad del Padre y de su proyecto (cfr. Evangelii Gaudium, 187). Es necesario discernir la voluntad del Señor:

¿Qué hacemos para formarnos, para comprender nuestra sociedad y para encaminar acciones con una oferta de vida en Cristo llena de dinamismo de libertad, de humanización, de solidaridad, de reconciliación y de inserción social? (cf. Aparecida 7.1.3.). Todo proceso evangelizador aspira a un orden justo en la sociedad (cf. Aparecida 8.4).

Sanar a las familias en su pobreza material y espiritual, socorrer al pobre, proteger la dignidad de todos y restituir la justicia, son signos del amor del Redentor, que como Iglesia queremos demostrar a través de gestos simples y cotidianos de solidaridad (cf. E.G., 188) y de las orientaciones y acciones pastorales.

San Roque González de Santa Cruz y sus compañeros mártires, dieron su vida siguiendo el llamado del Evangelio y llevando sobre sus hombros la misión redentora en el amor a los indígenas, los más vulnerados de su tiempo. Nuestros santos nos inspiran y desafían, así como el Papa Francisco. Que esta Jornada Mundial de los Pobres sea en nuestra Patria y en el mundo entero, un espacio donde escuchemos y hagamos sentir, que los gritos de todo tipo de pobreza, no se se perderán en el vacío, sino que encontrarán corazones atentos y manos dispuestas para ofrecer amistad, ayuda y sentido de pertenencia en la dignidad y en la justicia.

Asunción, 15 de noviembre de 2018, Fiesta de San Roque González de Santa Cruz y compañeros mártires.

PRESIDENCIA DE LA CEP

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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