MENSAJE DE NAVIDAD

PorCEP

Dic 22, 2017

POR UNA VIDA PLENA Y EN ABUNDANCIA PARA NUESTRO PUEBLO

“La Palabra era Dios;  se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,1;14)

En esta fiesta de la Navidad, los Obispos del Paraguay queremos expresar a los fieles y a las personas de buena voluntad nuestros saludos y un mensaje de alegría y esperanza porque Dios, en su infinito amor, nos regala el nacimiento de su Hijo, Jesucristo, Nuestro Salvador.

El centro de la Navidad es Jesucristo

La Navidad nos recuerda y hace presente que Dios se encarnó, se hizo hombre, asumió nuestra condición humana, para ofrecernos de manera concreta, con palabras y gestos de su Hijo Jesucristo, su amor y su misericordia, para sacarnos de la oscuridad y darnos vida plena y vida en abundancia (cfr. Jn 1, 1; Jn 10,10).

La Navidad sin Jesucristo no tiene sentido ni razón de ser. Es necesario pues, poner en el centro de nuestras vidas a Dios hecho hombre, también con palabras, gestos y actitudes de amor y de misericordia para con el prójimo, comenzando por nuestra familia, nuestros ambientes de trabajo, nuestras comunidades y nuestro país.

Dios nos muestra el camino para esta celebración: la sencillez del pesebre y de los pastores, y  la alegría anunciada por los ángeles: ¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor! (cfr. Lc 2, 11-14).

Junto con el Papa Francisco, les invitamos a seguir la “estrella de Belén” que guía” donde nace el Hijo de Dios, no entre reyes y el lujo, sino entre los pobres y los humildes (…) “Ah, si tu corazón pudiera ser un pesebre, Dios nacería niño de nuevo en la tierra” (cfr. Discurso a la Curia Romana, 21/12/17).

¿Está preparado nuestro corazón, con humildad y sencillez, para recibir al Salvador?

La familia alrededor del pesebre

La Navidad es la fiesta de la familia por excelencia. Por ello, desde hace varias décadas, la Iglesia alienta y promueve la “Navidad en Familia” como un invalorable medio de evangelización y de preparación para la celebración comunitaria del nacimiento del Niño Dios, fortaleciendo así  la buena vecindad y los lazos de reconocimiento mutuo y de solidaridad.

María y José, que velan el sueño del Niño, nos inspiran para vivir esta fiesta con nuestras familias, en un ambiente de serenidad y gozo, acogiendo también en el seno de nuestro hogar a aquellos que están solos y tristes, para hacerles sentir la ternura y la misericordia de Dios.

Rezamos por las familias incompletas, fracturadas o disgregadas por las migraciones, por la violencia, por las agresiones de adentro y de afuera; les acompañamos con nuestra solidaridad y con nuestra cercanía. Recordamos de manera especial a los secuestrados y a sus familias. Imploramos por la pronta liberación de estos hermanos, para que puedan retornar a sus hogares  y compartir la Navidad con sus seres queridos.

Que la Palabra se haga carne en nuestra sociedad

Esta Navidad nos da motivos para la alegría y la esperanza en una Iglesia y en un país renovados.

Los Obispos hemos sido confirmados en la fe por el sucesor de Pedro, el Papa Francisco, en nuestra reciente visita ad limina Apostolorum. En efecto, este encuentro con el Papa Francisco y los diversos Dicasterios nos ayudó a volver con un espíritu armonioso y regocijado al país, sobre todo porque el Santo Padre nos demostró, una vez más, que ama al Paraguay. Compartimos muchas cosas con él: nuestro deseo de fortalecer el trabajo pastoral en Paraguay, priorizando a los más necesitados y alejados. Él nos dijo: “Recen mucho por el pueblo confiado”.

Así también, nos pidió que cuidemos la devoción del pueblo hacia la Virgen de Caacupé, cuya figura hecha a base de mosaico está para siempre entronizada en lo alto de los Jardines Vaticanos. ¡Fuimos testigos de ese hermoso acontecimiento que Dios nos regaló!

Expresamos nuestro reconocimiento y gratitud al pueblo católico que nos acompañó con sus oraciones y con su afecto para que la visita al Papa y a sus colaboradores haya sido fecunda en comunión eclesial.

Asumimos el desafío de revisarnos como Iglesia y como sociedad para responder  mejor al clamor de nuestro pueblo. Seguimos en la línea de la opción preferencial por los jóvenes, traducida en el trienio de la juventud que nos compromete a valorar la vida y la familia, a cuidar de los más vulnerables; sobre todo de niños y mujeres.

En consecuencia, vale la pena exhortar que es necesario máximo empeño para que nuestro pueblo tenga mayor seguridad, educación, salud, tierra, trabajo, techo digno y acceso a una justicia independiente.

Nos duele y nos indigna  la corrupción evidenciada en estos días a partir de los escandalosos hechos de tráfico de influencia que someten al Poder Judicial e impiden que se haga justicia según el Derecho.

Sin embargo, estos hechos denunciados, entre otros, han llevado a la ciudadanía a tomar conciencia de su protagonismo y de su poder para cambiar la situación a través de su participación activa en el espacio político y cívico, sobre todo por medio del voto, libre, responsable y digno.

Una nueva ciudadanía está naciendo, y augura la esperanza en un futuro mejor para nuestra Patria.

Conclusión

Es Navidad. “La Palabra era Dios; se hizo carne y habitó entre nosotros”.  Si permitimos que Dios nazca en nuestros corazones, entonces seremos instrumentos de su voluntad para encarnar su amor y misericordia en la Iglesia y en la sociedad en el Paraguay, trabajando por el bien común, para que nuestro pueblo tenga vida en Él  y la tenga en abundancia (cfr. Jn 10, 10).

A ejemplo de la Virgen María, que acogió en su corazón y en su vientre al Hijo de Dios, bajo la tutela y el cuidado amoroso de José, recibamos con gozo, en esta Navidad,  a Jesucristo, Nuestro Salvador.

Les deseamos a todos: ¡Feliz Navidad!

 

Asunción, 22 de diciembre de 2017

 

Los Obispos del Paraguay

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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