¡Miramos a la Virgen, ahí está! Toda Limpia es, María, eres toda hermosa, María, y no hay mancha alguna de pecado en La Virgen Inmaculada, será siempre el ideal que debemos imitar. Ella es modelo de santidad en la vida ordinaria, en lo corriente, sin llamar la atención, sabiendo pasar oculta. Para imitarla es necesario tratarla. Durante estos días de la Novena hemos procurado, con Ella, dar un paso hacia adelante. Ya no la podemos dejar; sobre todo, porque Nuestra Madre no nos deja.

Aquella profecía que un día hiciera la Virgen “Me llamarán bienaventurada todas las generaciones…” , la estamos cumpliendo ahora nosotros y se ha cumplido al pie de la letra a través de los siglos: cuantos poetas, intelectuales, artesanos, reyes y soldados, hombres y mujeres de edad madura y niños que apenas han aprendido a hablar; en el campo, en la ciudad, en lo alto de un monte, en las fábricas, en el mercado y en los caminos, en situaciones de dolor y de alegría, en momentos trascendentales, cuántos millones de cristianos han muerto con el dulce nombre de María en sus labios o en su pensamiento! Sí, se ha invocado y se llama a Nuestra Señora todos los días. En tantas y tan diversas ocasiones, millares de voces, en diversas lenguas, han cantado alabanzas a la Madre de Dios o le han pedido silenciosamente que mire con misericordia a esos hijos suyos necesitados. Es un clamor inmenso el que sale de esta humanidad dolida hacia la Madre de Dios. Un clamor que atrae la misericordia del Señor. Nuestra oración en estos días de preparación para la gran Solemnidad de hoy se ha unido a tantas voces que alaban y piden a Nuestra Señora.

Sin duda ha sido el Espíritu Santo quien ha enseñado, en todas las épocas, que es más fácil llegar al Corazón del Señor a través de María. Por eso hemos de hacer el propósito de tratar siempre confiadamente a la Virgen, de caminar por ese atajo, la senda por donde se acorta el camino, para llegar antes a Cristo: nos alienta el Papa J. P. II, «Conserven celosamente ese tierno y confiado amor a la Virgen. No lo dejen nunca enfriar (…). Sean fieles a los ejercicios de piedad mariana tradicionales en la Iglesia: la oración del Ángelus, el mes de María y, de modo muy especial, el Rosario».

Si cumplimos nuestro propósito de acudir a Ella con más frecuencia, desde el día de hoy, comprobaremos en nuestras vidas que «Nuestra Señora es descanso para los que trabajan, consuelo de los que lloran, medicina para los enfermos, puerto para los que maltrata la tormenta, perdón para los pecadores, dulce alivio de los tristes, socorro de los que rezan». Por eso, acudamos siempre a María.

El Trienio de la juventud, conclusión del primer 1er. año 

Bajo el lema “Abrazarse a Cristo Jesús”, inspirado en el Evangelio de Juan 15,1-17 , estamos concluyendo este primer año del Trienio de la Juventud, y es muy bueno mirar el camino que hemos recorrido hasta ahora. Más allá de las limitaciones propias que tenemos como Iglesia, podemos ver los esfuerzos de numerosos agentes pastorales que con la ayuda y la gracia de Dios están llevando adelante el Trienio.

Desde nuestros lugares o espacios de convivencia fraterna y comunitaria, como las capillas, parroquias, colegios, universidades, congregaciones religiosas, movimientos apostólicos, vicariatos y diócesis, hemos venido trabajando con verdadero entusiasmo y compromiso en la evangelización de los campos y ciudades, acompañando especialmente a los jóvenes.

Es justo reconocer el trabajo desarrollado en este primer año. Podemos mencionamos algunos, nuevos programas de reflexión y acción para jóvenes, entre ellos las actividades culturales y deportivas, las misiones juveniles, los talleres, jornadas de formación y reflexión sobre ecología, capacitaciones a docentes de colegios católicos, la profundización de la Palabra de Dios mediante la “animaciones bíblica”, las experiencias de una pastoral de conjunto, orgánica, y de “comunión” entre movimientos y entidades eclesiales; los acompañamientos individuales y comunitarios a jóvenes sufrientes, víctimas de las adicciones. También el acompañamiento a los jóvenes migrantes, la creación de nuevos programas de radio conducidos por jóvenes; los foros juveniles sobre política y compromiso de los laicos en la vida pública, entre muchas otras.

Para continuar con el Trienio de la Juventud, debemos tener bien claro el objetivo para el segundo año, de modo que podamos alcanzar el objetivo fijado en el 2018 que es la formación de los jóvenes. Este objetivo para el segundo año del Trienio de la Juventud, “permanezcan en mí”, nos pide concretamente profundizar en la formación; es decir, elaborar y ejecutar programas de formación integral, adaptados a los diferentes ambientes juveniles basados en una experiencia de Cristo”.

El Evangelio nos exige una conversión personal y pastoral, y la conversión implica una vida de oración. Necesitamos ser una Iglesia orante, para que dé testimonio del Evangelio, y pueda estar en constante salida para el encuentro de los jóvenes. Necesitamos abrir nuestra mente y nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo, para que podamos ser una Iglesia encarnada en la vida de los jóvenes, que los pueda escuchar sus inquietudes y necesidades; una Iglesia que pueda llegar especialmente a quienes viven aislados, desorientados, abandonados y olvidados por la sociedad (cf.,Lc10,25-37); que podamos formarnos para llegar a esos jóvenes que están reclamando nuestra urgente atención, dedicación y cuidado.

Son muchos los desafíos que se nos presenta en este tiempo de opción por los jóvenes, pero deseamos vivamente que a través de esta propuesta formativa, puedan surgir auténticos discípulos y misioneros de Jesucristo, verdaderos agentes de cambio que es urgente para nuestro país. Exhortamos para que -desde la Iglesia, los sectores públicos y privados y toda la sociedad en general- se puedan redoblar los esfuerzos a favor de la juventud paraguaya; que nuestra mirada hacia ella sea siempre optimista y esperanzadora, resaltando siempre sus grandes cualidades como la audacia, la solidaridad, la valentía, la esperanza y la capacidad de soñar. Por ello, alabamos todas las iniciativas, que vienen realizando nuestros jóvenes, y ojalá que esta intensa labor apostólica sea testimonio que hemos querido y queremos ofrecer a nuestro país, que tanto lo necesita!

Vísperas de elecciones

Al finalizar este año y movidos por una profunda fe en Dios y llevados por el sincero amor a todos los que habitamos esta tierra, animamos particularmente a los fieles cristianos, a empeñarse en los cambios radicales que necesita con urgencia nuestra sociedad paraguaya.

Nos lastima y preocupa la acentuada gravedad de la crisis de la moral pública y privada, de la vida política y de la administración judicial, de la situación de injusticia social y económica de la población. Es evidente el malestar generalizado, el descontento de grandes sectores ante la conducta de dirigentes y autoridades, que parecen desconocer esta realidad.

Reconocemos que hay avances en algunos sectores, pero con profunda preocupación vemos, el atraso que padecemos en otros sectores, que las autoridades no pudieron o no quisieron superar por dar prioridad a sus ambiciones personales y de sus grupos, se ve hoy en los pobres centros educativos sin techos, en los abandonados hospitales sin remedios, en los precarios puentes y los caminos intransitables, y en la zozobra permanente que sufre la población por falta de seguridad, especialmente el norte del país angustiada por la banda del EPP, que tiene en su poder a cinco compatriotas secuestrados, otra navidad sin ellos. La casi ausencia del estado en el Alto Paraguay, la porción grande de la población que no tiene agua potable ni camino de todo tiempo y así, tantos otros marginados, que sería imposible nombrarlos a todos. Que dice el Señor:  “Escuchen esto, ustedes, los que pisotean al indigente para hacer desaparecer a los pobres del país. Ustedes dicen: “¿Cuándo pasará el novilunio para que podamos vender el grano, y el sábado, para dar salida al trigo? Disminuiremos la medida, aumentaremos el precio, falsearemos las balanzas para defraudar; compraremos a los débiles con dinero y al indigente por un par de sandalias, y venderemos hasta los desechos del trigo”.  El Señor lo ha jurado: Jamás olvidaré ninguna de sus acciones” (Am 8, 47).

El sector estatal en general de nuestro país, notamos que está sobre poblada de gente y muchas de ellas deshonesta y de actos de corrupción que todos los días, van saliendo a la luz pública por los diversos medios o divulgada en las redes sociales. Todos los días se publican hechos de desvergonzados robos en el manejo de bienes y fondos públicos. Desde los puestos de oficinas y grandes cargos se producen toda clase de actos de despojo o abusos del Presupuesto nacional, que se denuncian. Por lo tanto, no tendremos la conciencia tranquila si no denunciamos a los corruptos y clamamos por justicia, no podemos permanecer indiferente. Que todos los paraguayos, tomemos conciencia de esta grave situación o de lo contrario, el silencio, nos convierte en encubridores de estas autoridades deshonestas que están malversando recursos públicos que deben emplearse en beneficio de todos. Qué nos dice el Señor:  “No torcerás el derecho, no harás acepción de personas, no aceptarás soborno, porque el soborno cierra los ojos de los sabios y corrompe las palabras de los justos”. (Dt, 16, 19).

Hermanos, esta es la corrupción, que violenta los derechos esenciales de los ciudadanos, en la medida en que priva al Estado de los recursos materiales necesarios para que todos puedan acceder a la Justicia, así como a la salud y a la educación pública, entre otras cosas. Cuando se malversa el dinero procedente del pago de los impuestos, toda la nación resulta afectada. Es necesario que en nuestro país surjan fiscales y jueces honestos, valientes  que hagan frente a  estos que dicen ser servidores públicos y deshonestos y que se haga justicia con ellos. ). Qué nos dice el Señor: “maldito quien acepte soborno para quitar la vida a un inocente” (Dt 27, 25).

Hablando de justicia, la nuestra  se encuentra en una de sus horas más delicada en los últimos tiempos. Estamos constatando que no es pronta ni barata, y además responde directamente al poder político. La balanza se inclina dependiendo del lado donde se ubica quien tiene más influencias. Los que deshonran las instituciones democráticas deben ser investigados, y sancionados, pues, son una ofensa para la República. Qué nos dice el Señor: “Yo procedo con rectitud de corazón en los asuntos de mi casa;  nunca pongo mis ojos en cosas infames. Detesto la conducta de los descarriados y no los cuento entre mis amigos;  la gente falsa se aparta de mí y nunca apruebo al malvado.  Al que difama en secreto a su prójimo lo hago desaparecer; al de mirada altiva y corazón soberbio no lo puedo soportar” (Sal. 101, 2-5).” Justicia y Derecho sostienen tu trono” (Sal 89, 14).

Queridos hermanos: Nos encontramos en vísperas de elecciones, y si deseamos promover y mantener una conciencia y una verdadera convivencia ciudadanas, no podemos esquivar preguntas como, ¿ a quién vamos a elegir?, ¿qué clase de candidatos deseamos?

En este preciso momento social, es oportuno recordar, con más fuerza, lo que el Papa Francisco pidió en la ‘Evangelii Gaudium’ el n205: “i Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad, la sociedad, el pueblo y la vida de los pobres”.

Recordamos a cuantos están empeñados en la vida pública y en la campaña electoral que busquen el Bien Común, que no se realicen componendas políticas desechando principios morales y éticos. No prometan cosas que no van a cumplir. No pretendan el triunfo a base de mentiras y engaños que oscurecen cada vez más el futuro político de nuestro país.

Recordamos la inmoralidad que supone la compra de votos aprovechándose de la ignorancia y angustiosa situación económica de los ciudadanos. Estos medios solamente sirven para degradar a quienes venden su propia conciencia y a quienes se aprovechan de su conciudadano. Por eso la ciudadanía exige, que los candidatos sean hombres honestos, eficaces en su gestión pública, que no tengan procesos judiciales y que lleven una familia bien constituida.

Si los paraguayos queremos sumarnos a la construcción de un país más justo y equitativo, en el que todos puedan vivir con dignidad y en paz, debemos pregonar con fuerza, claridad y coherencia, los criterios de la justicia social, reclamando nuevos líderes y sobre todo honestos y patriotas.

Suele relatarse que en los comienzos de la Guerra del Chaco, un diplomático extranjero, reunido con otros, sostuvo, en contra de la mayoría de sus colegas, que el Paraguay no iba a perder la guerra. Su argumento al respecto consistía en que ese mismo día había visitado al ministro de Guerra y Marina (de Defensa Nacional, se diría ahora) y observó que aquel llevaba unas medias remendadas. “Este país tiene gobernantes honestos “, era su conclusión y, por lo mismo, pensaba que no podía sino salir victorioso en la contienda.

No nos consta de si es verdad o no la anécdota. Si lo fuera, no harían falta más palabras: pues se concluye que la honestidad, es ingrediente indispensable para el gobierno de una nación y más todavía, cuando se encuentra en graves problemas. Pero aun si la anécdota en sí misma no fuese real, el hecho incuestionable sigue siendo que la honradez del gobierno nacional de aquel tiempo -honradez de la cual hoy no se duda-fue uno de los factores morales decisivos para el éxito de la defensa del Chaco. 

Volvemos a insistir. La corrupción es una de las grandes causas del triste estado de cosas que está viviendo la nación. Como dice el profeta Isaias: “Cuando la corrupción toca su fondo, todo se cae”.

Lograr que el gobierno y, en general, todo el funcionariado público sea honesto, es hoy como lo fue en todos los tiempos y sobre todo en los de crisis, una misión tan imperiosa como  indispensable.  Sin honestidad, no se gana nunca. 

Y algo más: nadie ha de esperar que la tarea de recuperar la honradez pública comience desde abajo y suba luego hasta los más altos cargos. Este asunto, como lo confirma la experiencia nacional, funciona al revés: el ejemplo debe venir de arriba y expandirse cuanto antes en todas las jefaturas, en todos los estamentos. Y no solo debe venir el ejemplo, sino también la sanción a quien sea hallado en falta. Sin honestidad, insistimos, no se gana ninguna guerra, no se puede superar ningún problema.

El 28 Agosto 1963, Martin Luther King, en su célebre discurso durante la Marcha a Washington por Trabajos y por la Libertad, expresó : ” Yo tengo un sueño, que algún día, con fe podremos labrar de la montaña de la desesperación, una piedra de esperanza. Con esta fe podremos transformar el sonido discordante de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, pararse juntos por la libertad, sabiendo que algún día seremos libres, y este es el día”.

También yo y todo ciudadano común del país, tenemos un sueño: ” La esperanza de vivir días mejores en un Nuevo Paraguay”.  Donde la Iglesia, los poderes del Estado, los centros de enseñanzas, las empresas, las asociaciones diversas entre personas, las familias y los individuos, promuevan la vida y el respeto a la familia. Donde se de la búsqueda incansable del bien común como lo fundamental para que cada paraguayo tenga una vida digna, una buena educación, pan, tierra, techo y trabajo digno para todos, salud integral para que el hombre se sienta realizado en la vida diaria, seguridad para todos los habitantes, justicia rápida y eficaz, etc., son nuestros sueños.

Pero este es nuestro sueño mayor: que los candidatos, políticos, los representantes del pueblo, quienes serán o fueron investidos con el gran poder de servir al pueblo, tengan el valor, el coraje de ponerse medias remendadas, eso significa, honestidad a toda prueba, autenticidad, integridad y dotado de un profundo patriotismo. Solo le pedimos a estos candidatos que NO nos trunquen este SUEÑO de siete millones de paraguayos. Que no nos roben la última gota de esperanza, así como este humilde campesino que vino a depositar esa su esperanza a los pies de la Virgen. Por eso son cruciales para el Paraguay estas próximas elecciones. Y el Señor nos advierte:  “Hoy te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre bendiciones y maldiciones. Ahora pongo al cielo y a la tierra como testigos de la decisión que tomes”. (Deuter. 30, 19). Tu eliges! De tí depende que nuestro sueño sea realidad!!!!

Que la Inmaculada Concepción, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé, nos guíe y proteja siempre. Y con la intercesión de nuestro santo compatriota, ilustre ciudadano paraguayo, Roque González de Santa Cruz, y la de sus compañeros mártires emprendemos este caminar con los ojos puestos en la meta de nuestro sueño, de gozar de una patria nueva. Así sea.

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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