Permanezcan en mi amor (Jn 15, 9)

La Visita ad limina apostolorum (en el umbral de los apóstoles), es un momento importante del ejercicio pastoral, en el que el Santo Padre recibe a los Pastores de nuestra Iglesia en  Paraguay para tratar los temas concernientes a nuestra misión eclesial. Esta “visita” expresa la unidad de la Iglesia en Jesucristo, su piedra angular (cf. Mt 21, 42), y en el vínculo fraterno con el Sucesor de Pedro. Los Obispos de la CEP acudiremos a esta “Visita ad limina” del 5 al 12 de noviembre del corriente año, llevando la relación del ministerio episcopal de cada uno y de la misma Conferencia de Obispos, junto con las inquietudes, necesidades, pedidos y anhelos de nuestros fieles y de nuestra realidad, para depositarlos con fe en la sede apostólica, compartirlas con la Iglesia Universal y renovar la comunión eclesial en la esperanza y en la caridad (cf. Jn 17, 21).

Muchos temas de la realidad eclesial y nacional desde 2008 hasta la fecha nos acompañan. Sintiendo con nuestro pueblo, partimos a este encuentro con el Papa Francisco, también con las preguntas y preocupaciones que nacen en el horizonte actual de nuestra Patria y de nuestra Iglesia.

La familia y la vida, la educación, la “teoría o ideología” de género, las exigencias del respeto y de la convivencia en democracia

Las premisas y postulados de la así denominada “ideología de género” comprometen gravemente la comprensión del varón y de la mujer en su identidad y en el vínculo que se expresa en el matrimonio y en la familia: “Entre los presupuestos que debilitan y menoscaban la vida familiar encontramos la ideología de género, según la cual cada uno puede escoger su orientación sexual, sin tomar en cuenta las diferencias dadas por la naturaleza humana. Esto ha provocado modificaciones legales que hieren gravemente la dignidad del matrimonio, el respeto al derecho a la vida y la identidad de la familia.” (Documento de Aparecida 40)

Una auténtica valoración de la sexualidad, también de las diferencias (cf. Gen 1, 27), así como la reconciliación con la propia sexualidad, no pasa por una liberación de estereotipos ni por la negación de las diferencias. El respeto a cada persona en su proceso de maduración exige mucha comprensión, pues la identidad sexual conoce un proceso no siempre fácil.

No promovemos ninguna forma de discriminación ni pretendemos privar de derechos legítimos a nadie. Rechazamos consecuentemente todo abuso y exhortamos también a evitar toda violencia verbal, física o social frente a aquellos que no comulgan con nuestros valores y principios. Pero volvemos a anunciar que no es correcto privar a los padres y tutores de su derecho y de su responsabilidad de educar a nuestros niños, e imponer una concepción contraria a la verdad biológica y una explicación cultural no menos simplista, con argumentos que no dejan de ser una hipótesis o una conjetura sociológica con un fin predeterminado: “de-construir” modelos considerados jerárquicos, que serían reflejo de estereotipos, buscando así justificar sus fines y a veces su agresividad.

Las exigencias del respeto y de la convivencia democrática deben ser capaces de admitir diferencias sin desvirtuar la verdad (Jn 8, 32), sin ofensas a las convicciones legítimas de la fe cristiana y sin eufemismos que busquen simular o suplantar la institución familiar, manipular las conciencias e instalar prácticas contrarias a la defensa de la vida y de toda persona. (cf. Apostolicam Actuositatem 6, 18 noviembre 1965)

El desarrollo de nuestro país, la perspectiva de las elecciones generales y el sueño de unidad y solidaridad de un país fraterno

Nuestra convivencia fraterna en Paraguay ha pasado por duras pruebas, y aunque quedaron atrás algunos momentos álgidos, no dejamos de recordar que persisten desafíos sociales y situaciones que requieren atención en vistas al desarrollo y al bienestar de todos. El inicio del tiempo electoral, es para toda la ciudadanía la oportunidad de hacer opciones respecto del presente y del futuro, al discernir sobre las implicaciones morales y también religiosas de las propuestas y programas políticos de los candidatos a los puestos de autoridad (cf. DSI 424).

Tenemos que convencernos de que la caridad «no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas». ¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos. ¿Y por qué no acudir a Dios para que inspire sus planes? Estoy convencido de que a partir de una apertura a la trascendencia podría formarse una nueva mentalidad política y económica que ayudaría a superar la dicotomía absoluta entre la economía y el bien común social.” (Evangelii Gaudium 205)

Instamos a un amor comprometido con la Patria, como deber de gratitud y expresión de auténtica caridad (cf. CIC 2239). Este amor debe abrazar a todos los paraguayos, no solamente al grupo de preferencia. Cada gobierno debe gobernar para todo un país, sin excluir a nadie. En este sentido, mayorías y minorías posibles, deben asumir el compromiso de cuidar del bien de todos los habitantes de nuestra patria (cf. GS 76).

Las autoridades que elegimos deben poner su mejor empeño en construir la confianza, fortalecer la unidad, asegurar el diálogo y el trabajo en común en concordia, incluyendo a todos.

El voto es el inicio de una secuencia importante de la vida democrática del país y la instancia donde cada ciudadano sienta postura respecto de aquellos, en cuyas manos deposita su confianza. Como pastores queremos invitar a cada ciudadano a ejercer su voto con responsabilidad. Con actitud madura, exhortamos a cada bautizado a que no dejen de lado sus principios y valores, su fe y la visión antropológica y social que orienta nuestra acción como Iglesia en el mundo, en especial en relación con la dignidad de la vida y de la familia, siempre en el respeto y en la apertura al diálogo (cf. Populorum Progressio 81).

El presente y el futuro de nuestros jóvenes y la alegría de los frutos del Trienio de la Juventud

El sector joven de nuestro país y de nuestra Iglesia, constituye ese bono demográfico positivo, que se manifiesta como voz de Dios prioritaria en el marco del Trienio de la Juventud. El primer año del Trienio, lleno de hermosos testimonios de esperanza y de vida joven, nos bendijo con numerosas iniciativas que los mismos jóvenes han impulsado y realizado.

Pronto iniciamos el segundo año del Trienio, en el que desde la amistad con Jesús, queremos profundizar en su amor, permaneciendo unidos a Él y a su querer (cf. Jn 15, 1-18). Permanezcamos en su amor, maduremos el amor a ese Cristo Joven dejándonos cambiar por su verdad y por su luz, como lo proclaman miles de jóvenes cristianos que comprometen su vida, su tiempo y sus sueños con su fe, con su vocación y su misión en el mundo y en nuestra Iglesia, anhelando una primavera de santos, en un país más honesto, equitativo y solidario (cf. Apostolicam Actuositatem 6).

La misión de la Iglesia en Paraguay y la alegría de crecer en una nueva etapa de nuestra historia y de nuestra misión eclesial

Nuestra Iglesia está invitada a abrazar con esperanza los desafíos de la conversión pastoral y seguir siendo protagonista de un mundo más humano, de una sociedad más fraterna, de una manera de vivir más abierta a la trascendencia y al sentido de la creación. Como pastores queremos ver crecer a nuestros fieles laicos, viviendo su compromiso social y político, indispensable para la renovación de nuestra Patria. Queremos una Iglesia joven, en salida, alegre y misionera, dispuesta al servicio:

¿Qué significa para nosotros pastores que los laicos estén trabajando en la vida pública? Significa buscar la manera de poder alentar, acompañar y estimular todos los intentos, esfuerzos que ya hoy se hacen por mantener viva la esperanza y la fe en un mundo lleno de contradicciones especialmente para los más pobres, especialmente con los más pobres. Significa como pastores comprometernos en medio de nuestro pueblo y, con nuestro pueblo sostener la fe y su esperanza. Abriendo puertas, trabajando con ellos, soñando con ellos, reflexionando y especialmente rezando con ellos.” (Papa Francisco 19 de marzo de 2016, Pontificia Comisión para América Latina, “El indispensable compromiso de los laicos en la vida pública de los países latinoamericanos”)

Como Iglesia, invitamos a asumir nuestra convivencia con respeto y sin miedos, para buscar siempre más allá de las innegables diferencias, aquello que nos hace bien a todos.

Por todo esto vamos a Roma, con los corazones colmados y abiertos a la acción del Espíritu Santo. Les pedimos que nos tengan presentes en sus oraciones. Nosotros los recordaremos en las nuestras. Permanezcamos unidos en el amor de Cristo, Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14, 1-6).

Obispos del Paraguay

27 de octubre de 2017

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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