Los obispos y sacerdotes de la región norte del Paraguay, conformada por las diócesis de Concepción, San Pedro, Benjamín Aceval y los Vicariatos Apostólicos del Chaco y del Pilcomayo, se reunieron esta semana en el ex seminario de Saladillo, Concepción, en una actividad de formación, capacitación y reflexión sobre las realidades de la región.

El objetivo para este encuentro, definido el año pasado, era capacitarse en el marco de la celebración del Trienio dedicado a la Juventud, para lo cual contaron con la presencia de representantes del Instituto de Pastoral de Juventud. También compartieron las dificultades de la población de aquellos departamentos, que ocupan la mayor parte del territorio nacional y que son al mismo tiempo los más empobrecidos.

Al final de la reunión emitieron un comunicado, que fue difundido el día jueves 7 de abril en una misa celebrada en el novenario de Monseñor Oscar Páez Garcete.

Las preocupaciones de los obispos y el clero, expresadas en la carta, tienen que ver con el aislamiento que sufren los pobladores de Alto Paraguay por la falta de caminos y las inundaciones; el desequilibrio ecológico y social en toda la región por el aumento de los sojales y otros monocultivos; la situación de muchas familias ribereñas afectadas por las inundaciones que “experimentan el manoseo en la ayuda humanitaria que reciben de las instituciones del Estado” y los reiterados atropellos de las Fuerzas de Tarea Conjunta a las familias del norte.

También pidieron oraciones por la liberación de Edelio Morínigo y Abrahán Fehr, y recordaron a Monseñor Páez Garcete, un hombre de Dios comprometido con su pueblo.

Aquí el texto completo:

MENSAJE DE LOS OBISPOS Y SACERDOTES DE LA REGIÓN NORTE DEL PARAGUAY

Los Obispos: Mons. Miguel Ángel Cabello, Obispo de Concepción, Mons. Cándido Cárdenas, Obispo de Benjamín Aceval, Mons. Pedro Jubinville, Obispo San Pedro Apóstol, Mons. Gabriel Escobar, Vicario Apostólico del Chaco, Mons. Lucio Alfert, Vicario Apostólico del Pilcomayo, en comunión con sus respectivos presbiterios, conformando el Clero de la Región Norte del Paraguay, reunidos en el ex-seminario de Saladillo, Concepción con el objetivo de capacitarse en el marco de la Celebración del trienio dedicado a la juventud y seguir compartiendo los dolores y sufrimientos, los anhelos y esperanzas del pueblo de Dios que clama ante la violencia, el atropello y el maltrato a la dignidad y el derecho humano, contra el abuso en la utilización de los bienes que Dios ha puesto para el bien común y manifestar el compromiso y la esperanza de una Iglesia que se abre para construir una nueva sociedad, “sin excluir a nadie, ni privilegiar a ninguno”.

Acompañamos las penurias de los pobladores del Alto Paraguay, aislados por la falta de caminos y enfrentan los rigores de las inundaciones, por la carencia de infraestructuras previsibles como consecuencias del desinterés y la corrupción de las autoridades regionales y nacionales. Denunciamos el atropello a la naturaleza en la región en donde la masiva deforestación para la explotación ganadera convierte la rica y variada flora y fauna en inmenso pastizales y sojales, generando el desequilibrio climático y ecológico repercutiendo en los sectores más vulnerables de la población. Compartimos la preocupación del Papa Francisco expuesta en su carta Encíclica Laudato Si: “la perdida de selvas y bosques implican al mismo tiempo, la perdida de especies que podrían significar en el futuro, recursos sumamente importante, no solo para la alimentación, sino para la curación de enfermedades y para múltiples servicios” LS 32. Al mismo tiempo compartimos la preocupación del Santo Padre que “hay una general indiferencia antes estas tragedias, que suceden ahora mismo en distintas partes del mundo. La falta de reacciones antes estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la perdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil”. LS 25

También vemos con preocupación el viacrucis de las personas y familias ribereñas afectadas por el fenómeno de las inundaciones que experimentan el manoseo en la ayuda humanitaria que reciben de las instituciones del Estado, muchas veces orientadas por intereses mezquinos de la politiquería.

En el norte de nuestro país sentimos, el profundo dolor del empobrecimiento cada vez más grave de la gente, por la falta de oportunidades y equidad en la distribución de los recursos del Estado, muchas veces direccionados para mantener el privilegio de los políticos, sus familiares y correligionarios. El avance del monocultivo de la soja, el uso indiscriminado del agro tóxico excluye a más campesinos de sus tierras y los convierten en “sin tierras” y sin oportunidades para satisfacer sus necesidades básicas y la de sus hijos. Asistimos vemos con preocupación la creciente influencia del narcotráfico en todos los ámbitos de la sociedad, en donde las personas son utilizadas y de manera especial los jóvenes que son corrompidos, robándoles la posibilidad de construir una vida digna y pacificas en sus comunidades. Al mismo tiempo, en la región se vive el miedo y la zozobra permanente por el atropello, de la Fuerza de Tarea Conjunta, a la dignidad de la persona y el abuso contra sus derechos humanos, haciendo caso omiso de las garantías constitucionales de un Estado de Derecho, utilizando la fuerza pública en forma desmedida con acompañamiento del Ministerio Público, perpetrados en intervenciones contra humilde pobladores, en nombre del restablecimiento de la paz en las zonas de conflictos. Condenamos toda forma de atropello a la vida, a la libertad de la persona humana. Nuestra oración y nuestra solidaridad con las familias de los secuestrados Edelio Morínigo y de Abrahán Fehr, secuestrado por el autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo.

No queremos dejar pasar la oportunidad para presentar la vida y el testimonio Monseñor Oscar Páez Garcete, un hombre de Dios comprometido con su pueblo, que a lo largo de su vida ha dejado el testimonio de coherencia y entrega, viviendo una vida humilde y sencilla, digna de imitar para la sociedad especialmente, los jóvenes. “Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral burlándonos de la ética, de la bondad de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco”. LS 229.

Salimos de este encuentro animados para seguir acompañando a nuestras comunidades, a las familias, niños, jóvenes y ancianos. Como Obispos y sacerdotes en este año jubilar en donde la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida, como palabra y gesto de misericordia, de soporte, de ayuda, de perdón” MV 25.

Concepción, 07 de abril de 2016

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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