Monseñor Edmundo Valenzuela, Arzobispo Metropolitano de Asunción y Presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya participó junto con el Nuncio Apostólico, Mons. Eliseo A. Ariotti y el Obispo responsable de Ecumenismo de la CEP, de la ceremonia religiosa ofrecida por el Patriarca Kiril de Moscú y toda Rusia, ayer por la mañana, en el templo ubicado sobre la calle Nuestra Señora de la Asunción.

Fue en el templo ortodoxo de Asunción dedicado a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Al culminar la celebración, Kiril dio un mensaje para el pueblo paraguayo y entregó un obsequio a las autoridades eclesiales del episcopado paraguayo.

El Santísimo Patriarca Kiril presidió la misa de rito ortodoxo acompañado de una decena de miembros de la jerarquía ortodoxa rusa y un coro masculino de clérigos que animaban la celebración, casi toda en idioma ruso, con excepción de algunas lecturas, el Credo constantinopolitano y el Padre Nuestro, que fueron en castellano. Acudieron más de doscientas personas de la comunidad en nuestro país, que participaban con mucha devoción.

El incienso, los atuendos, el coro, todo creaba un ambiente solemne. El Patriarca y otros miembros de la jerarquía ortodoxa bendecían repetidas veces a los presentes con las velas eclesiásticas. Mons. Edmundo Valenzuela destaca la riqueza de la liturgia ortodoxa: “Esta misa es sumamente especial para nosotros, porque trae consigo la liturgia de los primeros siglos, la liturgia que no ha cambiado, que se ha mantenido con un lenguaje sumamente expresivo para con Dios. (…) la señal de la cruz mil veces la han hecho, es para recordar que fuimos salvados por Jesucristo”.

Al final de la celebración, el Patriarca Kiril hizo un reconocimiento a la solidaridad del pueblo paraguayo con los refugiados rusos en el siglo pasado y animó a fortalecer las relaciones entre católicos y ortodoxos. Hizo referencia al peligro de la pérdida de los valores cristianos en el mundo, pero también resaltó el fortalecimiento de la Iglesia Ortodoxa en los países de Europa del Este. También recordó su encuentro con el Papa Francisco en La Habana. Luego entregó una placa conmemorativa a los Obispos Católicos presentes, como signo de encuentro con toda la comunidad católica del Paraguay.

“Este fue un gran encuentro que nos posibilita sentirnos hermanos”, dijo el Arzobispo de Asunción, quien también entregará un presente al Patriarca antes de marcharse.

Monseñor Adalberto Martínez, Obispo Castrense y responsable de Ecumenismo, había dicho momentos entes de la llegada de Kiril que la expectativa del encuentro ha sido muy alta, ya que “es un honor tener a una personalidad de esas características (…) que va a revivir mucha historia, sobre todo la de un Paraguay que ha sido siempre acogedor y hospitalario.”

A continuación, el mensaje completo del Patriarca Kiril:

Eminencias Reverendísimas, Su Excelencia Obispo Juan, Excelencias representantes de la Iglesia Católica Romana, representantes del gobierno de Paraguay, queridos hermanos y hermanas:

Para mí es un gran placer estar en suelo paraguayo, como hace tiempo lo han hecho nuestros compatriotas en los años muy difíciles, seguidos a la Revolución rusa. Cuando yo estaba pensando en qué país debería empezar mi gira por Sudamérica, mi corazón me dijo que debía ser Paraguay, porque ningún otro país de Sudamérica ha mostrado tanta hospitalidad hacia nuestros refugiados después de la revolución de octubre, y conservamos en nuestro corazón un agradecimiento a las autoridades y al pueblo paraguayo. Pero al mismo tiempo recordamos que los rusos vinieron acá y encontraron su lugar, ellos fortalecieron el país con sus talentos de oficiales, ingenieros e intelectuales.

Yo conozco la historia de la construcción de este templo, que desde el exterior se ve como un edificio modesto, pero había sido construido con dinero de los refugiados que no imaginaban su vida sin la Iglesia. Es por eso que incluso las paredes de este templo son sagradas para nosotros. Es un monumento a la fe fuerte que tenían nuestros antepasados. A pesar de que a partir de los años sesenta del siglo pasado la comunidad rusa se hace mucho más pequeña, yo ahora agradezco que se mantenga esta comunidad, que se mantenga el templo.

Tal vez es simbólico que yo pisé suelo paraguayo y que me reuní con ustedes el día de la Presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén y cuando nosotros celebramos el día de la Virgen de la Candelaria. Cuando ella ha traído a su Niño al templo (…), según la costumbre judía, aquel encuentro tuvo un significado grande. En aquel entonces se han cumplido las profecías antiguas. Había sido el primer sermón del Niño Jesús cuando Él todavía no podía hablar, el sermón para las personas que lo recibieron en el templo.

El encuentro tiene un significado muy importante en nuestra vida. Cuando dos personas se encuentran, se lleva a cabo una misteriosa acción en su corazón, aparece el amor y se unen para toda la vida. En nuestras vidas pasan muchos encuentros importantes, y algunos de ellos contribuyen a la elección de dirección de nuestra vida en el futuro. Incluso si (la elección) no haya pasado durante el propio encuentro, el significado más importante tiene el propio hecho del encuentro de sus caminos de vida.

Y hoy en día se lleva a cabo mi encuentro con ustedes, mi encuentro con los descendientes de los rusos que construyeron este templo y con los jerarcas de la Iglesia Católica Romana, precisamente en este país, y a través de este encuentro me uno con todos los católicos romanos del Paraguay. Y espero que, como mi encuentro con el Santo Padre Francisco en Cuba, este encuentro aquí contribuya al desarrollo de las relaciones fraternales entre ortodoxos y católicos.

Hoy en día observamos acciones muy peligrosas en la civilización. Tal vez no es tan notable aquí en el Paraguay, pero en los países de Europa y Norteamérica este hecho es cada día más notable. Este hecho se llama la pérdida de las raíces cristianas en la vida. Es cuando los valores tradicionales cristianos se separan de la vida personal y de la vida social, es el éxodo de Dios de nuestra vida.

Debo decirles que en Rusia, Ucrania y otros países donde la Iglesia Ortodoxa tiene su rebaño, nosotros observamos el proceso al revés: se fortalece la fe cristiana, se construyen miles de templos y monasterios, es un hecho sin precedentes en la vida y la historia del cristianismo. Muchas personas preguntan por qué sucede eso, y nosotros sí sabemos por qué sucede. Es porque en la Unión Soviética, que era una superpotencia, donde la fuerza del pueblo, (la fuerza) económica, social, cultural, militar, fue concentrada en muy pocas personas. En ningún otro país del mundo actualmente existe esa concentración de poder como tuvo la Unión Soviética.

250 millones de personas habían tenido un sueño, construir una vida rica y justa, una vida feliz. Pero estos esfuerzos no contenían lo más importante, no contenían a Dios. Y toda esa concentración de las fuerzas humanas se ha distraído totalmente. Al empezar este proceso los seres humanos también han entendido que sin Dios no se puede construir una vida justa. Por eso nuestro mensaje a todo el mundo es: mantengan a Dios en su vida, mantengan a Dios en sus corazones, no se puede hacer nada bueno sin la presencia de Dios, ni tener felicidad, ni éxito ni alegría.

Es una experiencia de decenas de millones de personas que en la Unión Soviética han soñado esta vida. Yo tengo un sentimiento muy particular hacia América Latina, porque aquí se observa un alto nivel de sentimiento religioso y todo este continente tiene un potencial grandísimo, un potencial espiritual. Es por eso que considero muy importante desarrollar relaciones bilaterales entre Rusia y los países de América Latina, que no son solo relaciones de comercio ni intercambio de tecnologías. También intercambiar la experiencia histórica para no repetir errores de otros.

Que Dios bendiga Paraguay, su pueblo, con la paz y bienestar. Feliz fiesta.

Asunción, 16 de febrero de 2016
Oficina de Comunicación y Prensa

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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