“La Escuela Católica en el siglo XXI” fue el tema del 24º Congreso Interamericano de Educación Católica realizado en São Paulo, Brasil, entre el 13 y el 15 de enero, que reunió a más de mil educadores de todo el continente.
Uno de los grandes objetivos del Congreso fue profundizar la identidad y la misión de la escuela católica a partir del debate iniciado en el Congreso Mundial “Educar hoy y mañana”, que tuvo lugar en Roma en noviembre de 2015. Por Paraguay participó Mons. Edmundo Valenzuela, presidente del Departamento de Cultura y Educación del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), junto con educadores y educadoras de centros educativos confesionales.
El denominador común entre los países en cuanto a educación sigue siendo la escasa innovación pedagógica, el modelo de educación repetitiva y memorística. “En general todavía mantenemos una educación del siglo XIX, y se ha criticado mucho que la escuela es prácticamente la ‘Cenicienta’ de la sociedad”, mencionó el arzobispo de Asunción, Mons. Valenzuela.
Sin embargo, fueron compartidas experiencias significativas de en América Latina, como la de la educación indígena en Venezuela, las escuelas en las villas empobrecidas en Buenos Aires, la presencia de Fe y Alegría en Brasil o las Scholas Ocurrentes impulsadas en Argentina –y extendidas en varios países más- por el Papa Francisco.
Una nueva organización basada en la confianza
El Hno. Juan Antonio Ojeda habló en una de las conferencias del nuevo rol que deben asumir los sujetos de la nueva Escuela Católica de América. Su propuesta está asentada en la línea de una nueva organización basada no solo en teorías, sino en corresponsabilidad y la confianza entre las personas, ya que actualmente se pierde demasiado tiempo en el control: de los directivos a los profesores y de los superiores a los diferentes estamentos. “Cuando hay confianza todo crece; disminuye el tiempo dedicado al control y aumenta la productividad de la escuela”, resume Mons. Valenzuela.
La Hna. Monserrat del Pozo, pedagoga, expuso sobre la importancia de educar en la creatividad a los niños y jóvenes y de fomentar el trabajo cooperativo, y de cómo introducir los valores de la evangelización en el contexto de escuela en nuestros tiempos.
La conclusión de todas las ponencias y los talleres sigue siendo que la educación evangelizadora es transversal a los programas educativos e involucra a toda la institución.
El mensaje de Francisco
El Papa Francisco dio su mensaje a los educadores presentes a través de una videoconferencia en la que les decía, entre otras cosas: “Ustedes saben que el pacto educativo está roto. (…) al centro de la organización mundial no está el hombre sino el miedo, (…) se está volviendo cada vez más elitista la educación y, hasta diría, nominalista, en el sentido de darle contenidos de nociones, de manera que no completa todo lo humano; porque la persona, para sentirse persona, tiene que sentir, tiene que pensar, tiene que hacer.”
Brindó unas palabras de aliento para los que ponen su empeño por una cultura del encuentro: “En este momento, el trabajo de ustedes es muy grande. Ya sé, los educadores son los que sufren, en general, la injusticia más grande, son los peores pagados, o sea, no hay conciencia del bien que puede hacer un educador. Hay que abrir el plano de la educación hacia esa cultura del encuentro: que los jóvenes se encuentren entre ellos, sepan sentir, sepan trabajar juntos, sean de la religión que sean, sean de la etnia que sean, de la cultura de la cual vengan, pero juntos por la humanidad.”
(Mensaje completo en:
https://es.radiovaticana.va/news/2016/01/15/mensaje_del_papa_por_el_congreso_de_educaci%C3%B3n_cat%C3%B3lica_de_br/1201393)
El Congreso fue organizado por la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC), que es a su vez miembro de la Organización Internacional de Educación Católica (OIEC). Paraguay pertenece a la CIEC a través de la Asociación de Instituciones de Educación Católica (ASIEC).