Jesús, el Buen Samaritano, nos enseña a ser prójimo

Mons. Adalberto Martinez Flores

obispo de las FF.AA. y la PN

Hermanos y hermanas:

Querido Mons. Claudio Gimenez gracias por la hospitalidad. Saludo muy especialmente a los uniformados, policías y militares, a sus familias, a los funcionarios civiles de ambas instituciones a los jóvenes en formación, a los capellanes, diáconos y agentes pastorales de las FF.AA. y la PN, a los miembros del Centro de Entrenamiento Conjunto de Operaciones de Paz, que próximamente estarán viajando en misión de paz a Puerto Principe. Les saludo en el Señor a todos.

Oramos en esta Santa Misa muy especialmente por la liberación de Edelio Morínigo y Abraham Fehr que todavía permanecen secuestrados. Pedimos a sus captores que los dejen ir en libertad para reunirse con sus familias en estos dias de Navidad. Oramos por fortaleza para sus familias.

Nuestras plegarias al Señor Dios es por la justicia y la paz en el mundo y en Paraguay, como nos dice el Salmo 71 proclamado: Que en sus dias florezca la justicia, y la paz abunde eternamente. Que el Señor Jesucristo sea la bendición para todos los pueblos. El librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.

El Señor es misericordioso y justo, su misericordia y su justicia divina van de la mano, porque herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios (Cfr. Is. 11, 10) y a los humildes, el Señor los juzgara con rectitud, con misericordia (Cfr. Salmo 71). Que su justicia y su misericordia nos inspiren a temer al Señor, deponiendo las armas de la violencia destructora, para empuñar mas bien el arado constructivo del trabajo, la solidaridad y la pacifica convivencia de nuestro pueblo. Adviento es tiempo de paz, de reconciliación, de encuentro, de dialogo, de esperanza.

En el Evangelio del Buen Samaritano, proclamado hoy, de una manera sencilla, clara y contundente, Jesús nos invita a ser prójimo y nos indica los gestos concretos que nos hace próximos al hermano.

Cuando el doctor de la Ley pregunta a Jesús ¿y quién es mi prójimo?, el Señor da los criterios para saber quién se comporta como prójimo y el ejemplo que expone se refiere a un ser humano que se conmueve ante el dolor y el sufrimiento de un desconocido que yacía a la vera del camino gravemente herido, muy enfermo, solo y abandonado: “se acercó y le vendó las heridas después de habérselas limpiado con aceite y vino; luego lo montó en su cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él.” (v 34). El Buen Samaritano es el Señor Jesus, que ha abajado ante nosotros, que se ha arrodillado en humildad no sólo para lavarnos los los pies, sino para limpiar y vendar nuestras heridas, para redimirnos del pecado y la muerte. Pagó con su Vida el rescate de la nuestra.

¿Cuál es nuestra actitud y nuestro comportamiento con relación a los enfermos? ¿Los tratamos como prójimo o pasamos de largo como el sacerdote y el levita, ignorando al hermano que sufre? Ya decia San Vicente, si un mendigo golpea a tu puerta atiéndelo con solicitud, porque es el Señor quien viene a visitarte.

Esta es una pregunta desafiante en esta fecha, 1 de diciembre, en la que se conmemora el “día mundial de lucha contra el SIDA”, una enfermedad que se ha convertido en una epidemia mundial y cuyos portadores sufren y mueren en silencio, muchas veces, por la discriminación y el estigma que conlleva en nuestra sociedad. La pandemia ha cobrado mas de 25 millones de víctimas en todo el planeta.

El SIDA es una enfermedad que no discrimina edad, sexo, religión ni clase social y ya ha costado la vida de millones de personas en el mundo. En la actualidad, con una detección temprana, y con el cuidado y la medicación oportuna, las personas portadoras del VIH son enfermos crónicos que pueden llevar una vida normal, si reciben el tratamiento en tiempo y forma.

Llegar a cero, es el lema de la campaña esta año.

Por ello, alentamos a nuestros organismos públicos competentes a fortalecer el programa de lucha contra el SIDA con las campañas de prevención, educacion, diagnóstico y tratamiento oportunos, y que sean accesibles a todos, sobre todo a los más pobres. La Iglesia misma debe incrementar su compromiso con la salud integral y educacion de nuestros jóvenes.

Otros hermanos, especialmente jóvenes y niños de sectores carenciados, son víctimas de la adicción a todo tipo de drogas, legales como el tabaco y el alcohol, o ilegales como la marihuana, la cocaína y, en mayor medida del crack, que causan estragos en su salud física, psíquica y espiritual, así como en su entorno familiar y social. Se hace urgente ante el avance de las drogas, invertir mayores recursos económicos en salud publica, para la prevencion, tratamiento y rehabilitación de tantos heridos, son los sufrientes sociales, jóvenes y niños, y familias enteras, discapacitadas por el flagelo de las adicciones. El futuro de miles de jóvenes compatriotas y del país esta comprometido. Se debe poner fin a la mafia del narcotráfico. A los mercaderes de muerte y destrucción…!

Bastan estos dos ejemplos de prójimos que viven “en las periferias existenciales” y que exigen de nosotros la actitud personal, y también exige que a institucional, a los tres poderes del Estado y la comunidad nacional, compromisos de misericordia y responsabilidad ciudadana del “buen samaritano”. El verdadero poder, en todo caso se nutre y fortalece en poder servir, como nos lo enseña el Maestro.

En este día, queremos reconocer y valorar el trabajo abnegado de muchos trabajadores de la salud, médicos, enfermeros, paramédicos, trabajadores sociales y agentes de pastoral de la salud que ponen su vocación, su ciencia y su experiencia al servicio de los enfermos, a quienes tratan como prójimo, cuidándolos, aliviando sus heridas físicas y espirituales, con el aceite y el vino de la compasión y la ternura, en definitiva, con misericordia.

La propia Iglesia, a través de algunas congregaciones religiosas, fundaciones caritativas y personas compasivas, lleva adelante obras sociales que alivian el dolor de los enfermos, los apoya material y espiritualmente, los dignifican teniendo como fuente de inspiración el mandato del Señor de cuidar del prójimo quebrantado en su salud.

Es también oportuno destacar el compromiso y las acciones de los movimientos y grupos eclesiales de apoyo y defensa de la vida y la familia. El prójimo más necesitado e indefenso es el niño por nacer. La Iglesia por otra parte con misericordia debe acercarse a las embarazadas que padecen dificultades para brindarles, con la caridad organizada, todo tipo de ayuda material y espiritual.

El Santo Padre, Francisco, es el papa de la misericordia. Es el Papa quien convoca a un Año Santo de la Misericordia, Francisco toma como pretexto y contexto la conmemoración del 50 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, que se caracterizó por una apertura y un acercamiento misericordioso de la Iglesia al mundo y, en ese sentido, retoma el pensamiento y la intención de sus predecesores.

En efecto, san Juan XXIII pronunció en la apertura del Concilio el camino a seguir: « La Iglesia Católica…quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y de bondad para con los hijos separados de ella ».

En el mismo horizonte se colocaba también el beato Pablo VI quien, en la Conclusión del Concilio, se expresaba de esta manera: La antigua historia del samaritano ha sido la inspiración de la espiritualidad del Concilio.

Toda la riqueza doctrinal de la Iglesia se vuelca en una única dirección: servir al hombre. Al hombre en todas sus condiciones, en todas sus debilidades, en todas sus necesidades ». (Misericordiae vultus, N° 4)

En este Año Santo, en el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, el papa Francisco invita a todos a la conversión, para acogerse al perdón y a la indulgencia del Padre que nos ama. La propia Iglesia necesita una profunda conversión pastoral, para dejar de ser autorreferencial, para ser más misionera, yendo a las periferias geográficas y existenciales, saliendo de sus estructuras caducas al encuentro del prójimo sufriente, herido, golpeado y abandonado en los caminos de la vida. Toda la Iglesia debe asumir la actitud y el comportamiento del “buen samaritano”.

En su Bula de convocación al Jubileo Extraordinario de la Misericordia, el papa Francisco invita a la conversión y a buscar el perdón de Dios incluso a los grupos criminales y a los corruptos.

Durante su visita a nuestro país, el papa Francisco, comparó a la corrupción con una enfermedad: “es la gangrena de los pueblos”, decía en el León Condou. El papa Francisco ha señalado también que ” la corrupción la pagan los pobres… si hablamos de los corruptos políticos o de los corruptos económicos, ¿quién paga esto? Pagan los hospitales sin medicinas, los enfermos que no reciben atención, los niños sin educación.” (Homilía en la Casa Santa Marta, 16/06/2014). El corrupto roba al pobre. Igualmente corrupto es aquel que con dinero sucio o lavado compra amistades y voluntades, con estrategias populistas, haciéndose pasar por buenos samaritanos. No se puede dar de comer a los hijos el pan sucio de la corrupción.

El Santo Padre expresa: “No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. (la mortajas no tienen bolsillos) El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos, tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar.” (Misericordiae Vultus, N° 19)

Finalmente, pidamos a María, Madre de la Misericordia, que nos ayude, nos guíe y acompañe para que podamos vivir y practicar como cristianos la actitud del buen samaritano. La madre de nuestro Señor Jesucristo ha vivido en su vida cotidiana esta atención de ser el prójimo de los demás, como se ve en su visitación a su pariente Isabel que estaba esperando un hijo en su vejez. Ella se hizo prójima, se aproximó a su pariente para ayudarla en un momento difícil de su vida. Su amor a Dios, su docilidad al Espíritu, la hizo a ella sujeto misionero de la misericordia de Dios: «su misericordia llega a sus fieles de generación en generación» (Lc 2,50.54).

ta upeicha kena

                                            Caacupe, 1 de diciembre de 2015

 

 

 

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