La Navidad es la fiesta de la familia, que está en el centro de la gruta de Belén. Dios, en su infinito amor, decidió encarnarse, tomar nuestra condición humana en Jesucristo para salvarnos de todo mal, de todo pecado, de toda opresión.

Jesús, José y María en el pesebre nos recuerdan la centralidad de la familia: papá, mamá, hijos, hermanos, que quieren y necesitan estar juntos para celebrar el amor y la misericordia de Dios, que también debe traducirse en amor, compasión y misericordia con el prójimo, con el semejante.

Muchas familias se encuentran dispersas por diversas causas y en esta Noche Buena no compartirán la mesa y la oración. Rezamos por todas esas familias y por cada uno de sus miembros.

En esta Navidad, dos familias quieren y pueden vivir el gozo del reencuentro con sus seres queridos. Las familias del joven Arlan Fick y del oficial de policía Edelio Morínigo esperan abrazarlos y, por fin, volver a tener una Noche de paz, noche de amor.

Los obispos del Paraguay exhortan vivamente y apelan al corazón y a la conciencia de los que mantienen secuestrados a Arlan y a Edelio para que los liberen y les permitan volver junto a sus familias.

El mensaje central de la Navidad es que Dios, que es grande y poderoso, no teme ser humilde y asume la condición humana, se hace un servidor, porque desde allí rescatará y salvará a su pueblo y hará brillar su justicia.

Que Dios el Señor bendiga a todas las familias del Paraguay, y que la paz y la alegría que nace del pesebre inunde todos los corazones.

La justicia y la paz se construyen con fraternidad y solidaridad.

Asunción, 23 de diciembre de 2014.

OFICINA DE PRENSA DE LA CEP

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

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