«Elevamos nuestras oraciones al Dios de La Paz, confiando en su misericordia y en su poder para transformar los corazones endurecidos por la violencia. Recordamos que toda vida humana es sagrada, creada a imagen y semejanza de Dios, y que el llamado a la paz es un mandato evangélico que no podemos ignorar.
Pedimos al Espíritu Santo que inspire a todos los involucrados en el conflicto en Medio Oriente con posibles escaladas de agresiones, a buscar caminos de diálogo, justicia y reconciliación, dejando de lado todo interés que fomente la división y el odio. Que el Señor consuele a las familias que sufren por las pérdida de vidas humana y el miedo, y fortalezca a quienes trabajan incansablemente por la ayuda humanitaria.
Confiamos en la intercesión de María, Reina de la Paz, para que proteja a los pueblos afectados y guíe a la comunidad internacional en la construcción de un futuro donde reine la fraternidad y la armonía entre hermanos. Que la paz de Cristo, que supera todo entendimiento, habite en los corazones y en las tierras marcadas por el sufrimiento.»
Fuente: Arzobispado de Asunción