En su homilía, el obispo de Benjamín Aceval destacó la importancia de los sacramentos como medios de sanación y pidió a las autoridades nacionales priorizar la salud pública, especialmente el bienestar de médicos, enfermeros y adultos mayores.
Durante su reflexión, Mons. Amancio Benítez expresó que la misión pastoral se sostiene gracias a la oración y a la intercesión de la Virgen María. Recordó que “Jesús siempre actúa cuando escuchamos su Palabra y abrimos el corazón a su gracia”, invitando a todos los fieles a renovar la confianza en Dios y en su presencia sanadora.
Los sacramentos como camino de sanación
El obispo destacó el valor de los sacramentos, especialmente la Reconciliación y la Unción de los Enfermos, como señales concretas de la misericordia divina. Igualmente subrayó la centralidad de la Eucaristía, donde “Jesucristo se queda con nosotros y alimenta nuestra fe”.
Añadió que los sacerdotes, aun desde su humildad humana, sirven como instrumentos indispensables para llevar el perdón y la esperanza a las comunidades.
“Muchas heridas del corazón encuentran alivio en los sacramentos”, señaló al recordar que en este Año del Bien Común la Iglesia invita a mirar la salud integral como responsabilidad compartida.
Cuidar a quienes cuidan la salud
En un tono firme, Mons. Benítez llamó la atención sobre la difícil realidad que vive el personal de salud: largas jornadas, recursos insuficientes, ambientes laborales tensos y salarios que no siempre corresponden al peso de su vocación.
“El país debe cuidar la salud de quienes cuidan nuestra salud”, afirmó, dirigiéndose a ministros, directores y administradores para que prioricen la inversión en el sistema sanitario y garanticen condiciones dignas para médicos, enfermeros y trabajadores del sector.
El prelado recordó que la Iglesia, mediante su pastoral, acompaña a quienes sufren dolor emocional, físico o espiritual, e insistió en que nadie debe quedar sin atención ni pasar por la enfermedad en soledad o abandono.
Preocupación por las drogas y el impacto ambiental
El obispo expresó su preocupación por el avance del consumo de drogas y la violencia asociada, que afectan gravemente a los jóvenes y desestabilizan a las familias.
Igualmente denunció la contaminación provocada por ciertas explotaciones mineras, que ponen en riesgo a comunidades enteras debido al uso de mercurio y cianuro. Advirtió que estos daños terminan saturando los hospitales y comprometiendo la salud pública.
Acompañamiento a los adultos mayores
Mons. Benítez también se refirió a la situación de muchos adultos mayores que viven con pensiones mínimas o sin apoyo estatal suficiente.
“Ellos merecen respeto, cuidado y gratitud”, afirmó, llamando a fortalecer políticas que protejan la dignidad de quienes han entregado su vida al servicio de sus familias y del país.
Un llamado final a la fraternidad
El obispo concluyó su homilía con un llamado a la unidad del pueblo paraguayo: promover la salud física, emocional y espiritual; fortalecer a las familias; y construir comunidades fraternas, compasivas y responsables.
“Pidamos a Dios que sane nuestras heridas y nos enseñe a cuidar con amor a quienes Él coloca en nuestro camino”, exhortó.
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