A las autoridades de instituciones responsables de la gestión del bien común,
A los fieles católicos,
A las personas de buena voluntad:

“El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepiéntanse, y crean en el evangelio”. Mc.1,15

Después de una mirada atenta y de una reflexión profunda sobre el escenario social y político que vivimos en nuestro país, denunciando las falencias y debilidades de las instituciones estatales y al mismo tiempo reconociendo nuestras limitaciones en el proceso de acompañamiento a las necesidades de nuestro país, queremos manifestar y compartir nuestras preocupaciones:

  • Procederes arbitrarios manifestados contra el ejercicio irrestricto de los derechos civiles y
    políticos, la libertad de expresión, derecho de asociación y de movilización, de peticionar
    ante las autoridades, de exigir rendición de cuentas de la administración de los bienes
    públicos, el manejo clientelar del Estado a través de las inaceptables prácticas de nepotismo.
  • El fuerte avance del crimen organizado en nuestra sociedad en los últimos años, incluso en la
    política y su injerencia en las instituciones públicas; ponerle freno es cuidar la soberanía de
    la república y la democracia. Las rutas del narcotráfico, tráfico de armas, rollos de madera
    e incluso trata de personas, comparten espacios en las fronteras con otros tipos de grupos
    criminales, normalmente bajo la complicidad de las autoridades.
  • El actual sistema educativo nacional debe tener una revisión profunda respondiendo a una
    verdadera autonomía tanto en la enseñanza pública como en instituciones católicas.
  • Que el actual modelo de desarrollo está basado en la explotación sin cuidado de la naturaleza
    y las personas, implicando migraciones forzosas del campo a la ciudad o al exterior, y no se
    redistribuye la riqueza existente debido a evasión y baja tasa impositiva del país, dejando
    así de prestar servicios públicos de calidad para el bienestar social de todas las personas.
  • Diversas situaciones de graves agresiones a la Casa Común y su impacto sobre la vida
    humana: la deforestación, la contaminación de las aguas, el manejo inadecuado de diversos
    tipos de residuos, la contaminación del aire que, además de afectar la salud de las personas,
    destruyen los cultivos de los pequeños productores. Vemos con pesar la falta de respeto a
    las leyes ambientales, inacción de las autoridades y los organismos competentes. Es
    necesario escuchar, tanto el clamor de la población como el cuidado de los recursos
    naturales, teniendo en cuenta el bien común y su prevalencia sobre los intereses particulares.

“…con fuerte intervención sobre el ambiente y altos efectos contaminantes, se ilusiona a
los pobladores de la zona hablando del progreso local” (Laudate Deum 29).

El Gobierno está llamado a generar una mayor promoción de las personas y desarrollo del país, sin desigualdades injustas y con cuidado sostenible y sustentable de la casa común. No es aceptable seguir sosteniendo una administración pública que brinda respuestas pobres a situaciones de pobreza, que es la base de las desigualdades de nuestro Paraguay.

Invitamos a construir entre todos los que conformamos nuestra nación, una propuesta de país,
participativo y abierto, que esté centrado en el bienestar de las personas, las familias y las comunidades; en donde el bien común sea visto como un vehículo de beneficio colectivo, generando mayor desarrollo social, económico, político, cultural y ambiental.

El Papa Francisco nos llama a un itinerario sinodal: sólo caminando juntos podemos aunar fuerzas y cambiar el rumbo fatal de nuestro país: mujeres y varones, niños y ancianos, indígenas y campesinos, ricos y pobres, los que están en el poder y los que les dan sus votos, católicos y los que profesan otros credos. Desde esta marcha podremos aportar a un necesario diálogo social para establecer consensos básicos que promuevan el desarrollo humano integral, a fin de que nuestro pueblo acceda a mejores condiciones de vida, más plena y, por consiguiente, más feliz. Con muy buena voluntad, lo estamos intentando en nuestra asamblea conjunta: obispos, sacerdotes y religiosas/os, con los laicos, de que el deseo de Jesús se haga realidad: “Que todos sean uno” (Juan 17,21).

En este tiempo cuaresmal, año de la oración y en este Día Mundial de la Mujer, miramos con esperanza a la mujer que dio vida a Jesús: ¡Que nuestra Madre, la Virgen de Caacupé, sea la estrella que nos oriente y acompañe!

Asunción 8 de marzo de 2024
Conferencia Episcopal Paraguaya
Conferencia de Religiosos del Paraguay

Por CEP

Conferencia Episcopal Paraguaya

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *